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11 de noviembre de 2021 16:38

En Hogar de Paz ya arman viejitos

Con papel, goma y tijeras se arman las caretas de los monigotes. Foto: cortesía

Con papel, goma y tijeras se arman las caretas de los monigotes. Foto: cortesía

Ana Guerrero
(I)

Manos a la obra andan los usuarios del Hogar de Paz, donde atienden a personas con experiencia de vida en calle. Allí, y con la ayuda de hábiles manos, ya están dando forma a personajes que irán directo a la quinta paila el 31 de diciembre.

Como no puede faltar, entre las creaciones están figuras de series, películas de moda y los famosos cómics.

Los viejos se elaboran en los talleres denominados de reducción del daño, que se realizan cada día, de 09:00 a 12:00.

El establecimiento, impulsado desde el Patronato San José, se encuentra en El Tejar y tiene cupo para casi 100 personas. Se trata de un centro de alojamiento nocturno y un comedor que funciona durante el día. Eso sí, no es una residencia.

Verá que la comunidad puede acolitar a esta iniciativa, en la que personas con experiencia de vida en calle aprenden pero también quieren ser una ayuda. Por un lado, hay chance de donar materiales (cartón, papel, goma, etc.) y por otro, hacer el gasto.

En la primera opción, se puede acudir directamente al establecimiento en el horario que se imparten los talleres, y que queda junto a la Unidad de Policía Comunitaria.

Estará pilas a las fechas y sitios de venta, que se difundirán en las redes del Patronato, para que reserve de una vez su monigote para despedir el año. Mientras, este rato andan en el proceso del diseño.

Los recursos recaudados por la venta de cada muñeco irán a un fondo común para actividades de los participantes de este emprendimiento. Y como no, ya andan bien entusiasmados.

Luis, uno de los participantes y quien lleva casi cuatro meses en el programa de habitantes de vida en calle, resume el proyecto en una expresión: “Recuperar dignidad”. A esta le suma la alegría por desarrollar destrezas que pensaba que ya había perdido y, de paso, tener una fuente de ingresos.

Narcisa, de 49 años, también ingresó a este servicio en julio pasado. Ella cuenta que el proyecto empezó hace un mes y, aparte de que le va a generar un poco de ingresos, está motivada por compartir con compañeros y desarrollar sus habilidades. Así como el resto de usuarios, ha pasado un largo trecho en las calles de la capital, por lo que esta nueva vivencia la tiene muy emocionada.

David tiene 68 años y es oriundo de Imbabura, en el norte del país. Él es otro de los miembros del equipo, de oficio carpintero y, además de colaborar con sus conocimientos, está pilas para aprender del proceso y de cada uno de sus compañeros de manualidades.

El hombre de voz tranquila padece de alcoholismo y cuenta que esta actividad le ayuda a ocupar la mente, y a despejar pensamientos negativos. El compañerismo y el buen trato que reciben en el hogar es otro aliciente. “Se tienen hijos, pero por el alcoholismo nos denigran”, comenta.

Entre los personajes que más han escogido los miembros de este emprendimiento para armar con materiales moldeables están Batman, los Minions o los protagonistas de la serie ‘El Juego del Calamar’.

En Quito, y como una consecuencia más de la emergencia sanitaria por el covid-19, el número de habitantes de calle y en situación de calle se ha incrementado en los últimos meses.

Antes del 16 de abril de 2020 eran 2 000 y ahora no son menos de 3 000.