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19 de agosto de 2019 10:20

Minga para un bosque soñado

Los voluntarios trabajaron como hormiguitas en la minga, para dejar sin basura el terreno de El Trébol. Foto: Eduardo Terán / ÚN

Los voluntarios trabajaron como hormiguitas en la minga, para dejar sin basura el terreno de El Trébol. Foto: Eduardo Terán / ÚN

Ana María Carvajal

Los bosques que conocemos estaban allí cuando llegamos. Están poblados por árboles centenarios, en muchos casos, que han sido testigos de la desaparición de sus semejantes y del crecimiento de los muros y el pavimento.

Pero en el sector de El Trébol, unos 60 voluntarios se juntaron el sábado 17 de agosto del 2019 para juntos crear un bosque rosa que le gane una batalla al cemento.

Joaquín tiene 7 años y ayudó a recoger basura en el terreno de más de dos hectáreas donde se sembrarán 1300 árboles, 600 de ellos arupos y el resto serán otras 20 especies, como alisos, cedro, cedrillo, guabos o cholanes.

Al niño le encantan los parques y los árboles. En su casa hay un arupo grandote” y estaba feliz al imaginar que pronto ese terreno que aún luce desolado se convierta en bosque donde haya muchos como el suyo.

Joaquín fue con su mamá, Giovanna Quinteros, y sus ‘compas’ de la aerolínea en la que trabaja y que es una de las auspiciantes. Participar le pareció una buena oportunidad para hacer algo distinto con su hijo.

“Hasta en la basura crecen las flores”, decía una mujer, señalando una mata pequeña con una flor morada que resaltaba en medio de tierra aparentemente árida. “¡Sí!” -contestaba otra- “He visto dos mariquitas por aquí”.

Tantas manos juntas pusieron una tonelada y media de basura en costales y dejaron todo listo para que luego llenen el terreno con material orgánico hasta fin de año. En días lluviosos de enero empezará la siembra en una nueva tierra fértil.

El sueño de este bosque empezó en la cuenta de Twitter de Rafael Lugo, un abogado que ama la naturaleza. La minga apenas empieza, pero ya cuenta con personas y empresas que ayudarán no solo a sembrar, sino con donaciones de árboles y equipos que facilitarán el trabajo. Un equipo de arquitectos ya hizo un levantamiento topográfico gratis.

Rafael Lugo, el mentor del bosque de arupos, recoge basura junto a su hijo mayor, David. Foto: Eduardo Terán / ÚN

Rafael Lugo, el mentor del bosque de arupos, recoge basura junto a su hijo mayor, David. Foto: Eduardo Terán / ÚN


Los primeros en llegar fueron Rafael, su esposa y sus hijos de 9, 17 y 21 años. Esta familia tenía miedo de que el apoyo entusiasta de los tuiteros que alentaron al padre a conseguir autorización del Municipio para esta idea se quedara solo en las redes sociales.

David Lugo, el hijo mayor, cuenta que se concentró en el trabajo pensando en que quizá nadie más llegaría, pero cuando regresó a ver se sintió feliz al notar que cada vez aparecía más gente. “Solo con un tuit, todo esto fue posible”.

José Suing fue el primero en llegar al llamado de su pana tuitero al que conoció personalmente en la minga. Llevó guantes, sombrero y dejó el carro en casa, como rezaba la convocatoria a la que acudió más que puntual. También es abogado y da clases de varias materias. Una de ellas es Derecho Urbano y la minga fue su forma de poner en práctica conceptos y materializar los sueños virtuales.

“Soy una amante de los árboles porque por suerte tuve un papá que me enseñó a cuidarlos”, dijo Consuelo Cabezas, quien fue con su hijo y su nieta Florencia, de 11 años. Les preocupa ver que la gente no entiende que hay que “respetar, mimar y cuidar a los árboles”, pero estaban felices de ser parte de la creación de un gran y hermoso jardín en un espacio ahora sombrío.