Vecinos ya no temen a la tuneladora
Los vecinos de los alrededores de la plaza de San Francisco ya se curaron el espanto para la llegada de la tuneladora Luz de América, una de las tres encargadas de huequear a Quito. Estas construyen el túnel del Metro (22 kilómetros).
Después de los sustos y observaciones que hubo en el inicio de la construcción del sistema de transporte, mañana, 4 de julio del 2018, al mediodía la tuneladora llegará a la estación del Centro Histórico. Al evento está previsto que asista el presidente Lenín Moreno.
El exmandatario y exalcalde de Quito Sixto Durán Ballén (+), fue uno de los expertos que tuvo reparos en que el Metro llegara a San Francisco.
“En el proyecto está contemplado construir estaciones de reserva. No se debería edificar la parada de San Francisco. Se debería construir las reservas a la altura del viaducto de la 24 de Mayo y de la Plaza del Teatro”. Estas fueron las palabras del también exalcalde, quien falleciera en el 2015.
Pero luego, Durán-Ballén se reunió con el alcalde Rodas para analizar los avances del proyecto, y se mantuvo en que llegaría al Centro.
Fue uno de los expertos en asistir a un encuentro internacional que se llevó a cabo en el complejo religioso de San Francisco. En este se contaron otras experiencias de metros en el mundo, como el de Roma, que de igual forma pasa por sitios patrimoniales.
La obra siguió con voces a favor y en contra. Para esta fue necesario la ‘desgranada’ de 107 695 piedras de la emblemática plaza.
En lo que se refiere a los hallazgos arqueológicos durante los trabajos, se confirmó que serán puestos en valor dentro de una muestra museográfica en el interior de la estación: estructuras en cangahua (escaleras, arcos y una base).
La parada del Centro tiene tres niveles y un paso peatonal que va bajo la calle Cuenca y une la estación con el bulevar 24 de Mayo.
Esas obras han aguantado los vecinos y mañana sentirán la llegada de la tuneladora. Y aunque ya sin miedo, “porque nos dicen que todo está bien reforzado”, Jaime Cajilema, uno de los comerciantes de San Francisco, exclama: “Que sea lo que Dios quiera”. Si durante la obra no pasó mayor cosa, ya no ha de pasar nada, añade.
Con Cajilema concuerda Isabel Jaqui, otra de las vendedoras de siempre del sector. Ella y su hija, Ximena Collaguazo, quien tiene un puesto en San Francisco, aseguran que durante toda la obra el personal del Metro de Quito les ha tenido bien informados. Por eso ya no tienen susto.
Los comerciantes, más que preocupados porque vaya a temblar el patrimonio de Quito, le apuntan a que acabe pronto la obra, empiece a funcionar el Metro y mejoren la ventas que decayeron drásticamente.
