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15 de octubre de 2018 09:16

Choferes fueron ciclistas por un rato

Los conductores se subieron a las bicicletas en la avenida Lira  Ñan, en Quitumbe, en el sur. Foto: Galo Paguay / ÚN

Los conductores se subieron a las bicicletas en la avenida Lira Ñan, en Quitumbe, en el sur. Foto: Galo Paguay / ÚN

Ana María Carvajal
Redactora

¿Ya ven que no es bonito? A un grupo de conductores de buses les tocó sentir en carne propia por un rato el nerviosismo que da a los ciclistas cuando transitan por una calle de Quito y de pronto sienten cómo pasa ‘soplado’ un bus junto a ellos.

Los elegidos eran conductores de la cooperativa Trans Latinos que aceptaron subirse en dos bicicletas estáticas apoyadas en estructuras que servían para que pudieran pedalear sin moverse del lugar.

El experimento se realizó en la av. Lira Ñan, ubicada en Quitumbe. Es una vía amplia que el sábado 13 de octubre del 2018, por la mañana, no tenía tantos carros circulando. Pero uno que otro conductor de un auto, camioneta o bus aprovechó para andar un chance embalado.

Cuando eso pasaba, los participantes de esta experiencia se ponían pálidos. No es para menos. Si estando en la vereda se siente como una ráfaga de viento tras el paso de un vehículo pesado, peor si uno va más cerquita y encima en bici.

Las instrucciones que Sofía Gordón, del colectivo Carishinas en Bici les dio eran claras: pasen rápido, medio cerca y piten duro.

¿Cómo no les iba a dar nervios? Sofía les explicó que cuando pasa un bus ‘a toda’, se puede perder el camino por la fuerza centrífuga. Y encima, como el oído es fundamental para mantener el equilibrio, obvio que se afecta al tener semejante ruido al ladito.

Por eso, cuando ya se bajaban de la bici luego de participar, las primeras palabras que se les ocurrieron para describir su experiencia fueron miedo, inestabilidad, susto…

Claro que no todos los vehículos iban embalados. Algunos sí se mostraban más conscientes y bajaban la velocidad y se abrían más, para no pasar tan cerca de los ciclistas.

Las chicas Carishinas en Bici explicaron que este era un ejercicio de convivencia vial que habían visto que se ha realizado en otros países, pero no en Quito. Así que quisieron hacer la prueba. Su idea es que los conductores de bus pudieran vivir un ratito en carne propia lo que a diario viven personas como ellas, que le dan prioridad a moverse por la ciudad en bici. El plan era generar empatía.

Así, los conductores de bus se darían cuenta cómo ciertas prácticas suyas o de sus compañeros al volante pueden llegar a afectar a los ciclistas y peatones, que finalmente son usuarios viales en una situación de mayor vulnerabilidad.

Por lo que dijo Luis Rodríguez, de 40 años, al bajar de la bici, el experimento sí rindió frutos. Para él, esta fue una experiencia desesperante. Se sintió indefenso porque los vehículos grandes no solo tienen una carrocería que los protege sino que al tener capacidad de ir más rápido, tienen también más fuerza y eso lo hizo sentirse indefenso.

Él lleva siete años al volante y sabe que uno de los principales problemas es el estrés que tiene un conductor profesional en su trabajo diario. Por eso intenta iniciar cada jornada con la consigna de que no dejará que los problemas usuales le afecten.

“Sé el sentir de un ciclista al lado de un transporte tan grande, pero ahora voy a tomar más precauciones”, aseguró.

También Daisy Briseño, quien es recaudadora, dijo que sintió un poquito de susto cuando pasó el bus. Aunque la bicicleta estaba estática, casi se va de oreja de los nervios. Ahora le va a recomendar a sus compañeros de trabajo que por favor anden con más cuidado y cree que debe haber precaución de lado y lado.