Una edificación levantada en el antiguo templo de la Luna, un hogar para religiosas en la antigua casa de la Santa Quiteña y más detalles encierran los claustros.

Los tornos de los monasterios del Centro Histórico de Quito ya no giran como antes. Algunos de ellos están cerrados desde que el covid-19 asoló con fuerza a este sector de la capital. Otros, en cambio, se usan de vez en vez porque hay pocos clientes que van en busca de los productos naturales que allí venden.

El covid-19 también les aguó la fiesta a los sacerdotes que, cada Semana Santa, tienen su eucaristía solemne para renovar sus votos y decir sí juro. Cinco meses después de la suspensión, hoy al fin se realizará la tradicional Misa Crismal.

La patrona es la patrona, de allí que los vecinos de Gúapulo se dieron modos para celebrar a su Virgen de Guadalupe.

Los 27 de cada mes, la Compañía de las Hijas de la Caridad abrirá las puertas de su Casa Provincial, aquel inmueble ubicado atrás de la Capilla de Cantuña (Bolívar, entre Cuenca e Imbabura), para que la ciudadanía conozca, a través de una casa abierta, su historia durante los 150 años que están en el país.

Haga memoria y levante la mano quien recuerda, aunque sea en fotos, aquellas cofias almidonadas y aladas que llevaban las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl. Para los años 60, el Concilio Vaticano II las sustituyó por otras más cómodas.

Las monjitas agustinas del monasterio de La Encarnación, ubicado en la Benalcázar entre Galápagos y Carchi, se alistan para celebrar la Semana Santa. Y lo harán con un recorrido por sus lugares santos y una rica fanesca.

A la Quito bruja, beata y guerrera está dedicada la ruta que los Duendes de Quito emprenden en el marco del Día de la Mujer.