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24 de marzo de 2017 13:32

Un viaje por Tulipe, el museo enfiestado

Esta es una de las ocho piscinas ceremoniales del museo de sitio de Tulipe. Foto: Betty Beltrán / ÚN

Esta es una de las ocho piscinas ceremoniales del museo de sitio de Tulipe. Foto: Betty Beltrán / ÚN

Betty Beltrán

Tulipe, el museo de sitio y centro ceremonial, hoy cumple 10 años de vida. Llegar al lugar no es difícil: tras 70 km de viaje por la Calacalí-La Independencia se arriba a este santuario subtropical donde los yumbos plasmaron sus conocimientos de astronomía, geometría y arquitectura.

Ya en el complejo, el visitante se topa en la entrada con una vitrina que guarda dos premios que ganó Tulipe: Gubbio (2009) y Reina Sofía (2011), en la categoría de patrimonio tangible.

Gregory Jiménez, mediador educativo del museo, es el guía. En la sala introductoria se observan mapas con las evidencias arqueológicas y fotografías de las poblaciones actuales.

Allí se cuenta que los yumbos habitaron la zona hasta el siglo XVII, luego por el año 1870 vinieron nuevos pobladores. Allí se asentó gente de Loja e Ibarra, entre otras; por eso en Tulipe abundan los Miño, Sánchez, Tonato...

Enseguida viene la sala sobre los productos que, desde la época precolombina hasta el siglo XVII, comercializaban los yumbos. Había coca, ají, mora, algodón, ceibo, camote, papa china, guaba, naranjilla...

Allí también se muestran productos elaborados por los lugareños: desde licor de borojó, café y panela orgánica, hasta bisutería con semillas del bosque, y adornos para el hogar con bambú. Entre USD 2 y 20.

Viene la sala etnográfica para hablar sobre las actividades económicas de los colonos. Destaca la elaboración de panela y trago. Hay familias que aún subsisten con esa labor.

Luego se pasa a la sala más grande, donde se observan diseños de los petroglifos que hicieron los yumbos, principalmente en Pacto. Puede ver representaciones en cera de los yumbos, su vestimenta y los productos que comercializaban. Lo hacían caminando a través de unos sistemas viales llamados culuncos.

Al salir de este espacio hay un sendero que comunica con las piscinas ceremoniales. El camino es de unos 250 metros, se atraviesa un puente que está sobre el río Tulipe. Se observa, en sus riberas, abundante flora subtropical: bambú, palmito, algodón, ceibo...

Hay ocho piscinas. Todas están comunicadas a través de canales. Siete fueron construidas con la misma tecnología, de ahí que se supone que fueron hechas al mismo tiempo, alrededor del año 800 d.C. del periodo de Integración.
La octava piscina tiene acabados incas.