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25 de marzo de 2020 10:44

Unos 600 informales, retirados de San Roque

En la mañana se registraron enfrentamientos entre informales y agentes del orden

En la mañana se registraron enfrentamientos entre informales y agentes del orden. Foto: Julio Estrella / EL COMERCIO

Redacción Quito

Una a una, las covachas que desde hace al menos 30 años se ubicaron a lo largo de la calle Loja, junto al Mercado de San Roque, en el Centro de Quito, fueron retiradas, ayer.

Allí, cerca de 600 vendedores informales trabajaban a pesar de las medidas de restricción dictadas por la emergencia sanitaria en el país. Algunos sin mascarillas ni guantes, salían a las calles a vender frutas, verduras, carnes, pescado y más productos sin las medidas de higiene necesarias.

Era un foco de infección, como lo denomina Mónica González, comisaria de Policía del Distrito Manuela Sáenz, quien encabezó el operativo para retirar a los comerciantes informales de la zona.

La intervención se la planificó entre varias dependencias luego de que por reiteradas ocasiones, tanto el Municipio como la Policía hicieran acercamientos para pedirles a los comerciantes que acojan las disposiciones municipales, para precautelar la salud de la gente, pero nadie obedeció.

Estefanía Grunauer, supervisora Metropolitana de Control, informó que días atrás conversaron con los dirigentes de agrupaciones para firmar un convenio en el que se comprometían a salir esa misma tarde. Solo el 20% de los comerciantes abandonó el lugar.

La intervención de la Policía empezó a la 01:00 de ayer y terminó a las 10:00, con la participación de cerca de 300 agentes municipales y policiales. González cuenta que aproximadamente a las 02:00 arribó el primer grupo de vendedores al lugar, pero como rige toque de queda, los uniformados les pidieron abandonar el sitio, caso contrario serían detenidos.

Se utilizó maquinaria pesada para llevarse las carpas, palos y tubos con los que se había armado las covachas de venta. Quienes intervinieron usaban guantes, mascarillas y protección para la ropa. Además, se esparcían con frecuencia alcohol. “Empezamos a desarmar y salieron ratas por centenas”, cuenta la Comisaria.

A las 05:00 llegaron los comerciantes. Ya entrada la mañana, cerca de 150 vendedores se reunieron en el sector con intensiones de volver a instalarse, explica González, pero la zona fue vallada y el constante control de las autoridades evitó que ocurriera. Sin embargo, hubo momentos tensos de enfrentamientos.

Algunos informales, con palos y piedras, intentaron amedrentar a los agentes argumentando que necesitan trabajar para poder comer y que sus familias necesitan ingresos. Pero, según González, pese a los disturbios, nadie resultó herido y no hubo detenidos.

La calle Loja quedó limpia y fue fumigada, pero en la Cumandá se aglomeraron vendedores y compradores, por lo que el mercado debió cerrarse. Se espera que hoy vuelva a operar. Para evitar que las ventas regresen, se realizarán operativos permanentes. Mañana habrá una intervención similar en el Mercado Central. Días atrás se intervino en Las Cuadras y el Mayorista.

Grunauer segura que hicieron recorridos en otros centros de abastos como Iñaquito, Santa Clara y América para verificar el cumplimiento del ingreso de personas dependiendo del último número de la cédula, que empezó a regir en la capital desde ayer. La medida se aplicó sin mayor novedad.

En el Mercado de Iñaquito se habilitaron dos puertas. Una para el ingreso y otra para la salida de compradores. Antes de entrar, los usuarios tenían que presentar su cédula.

En el lugar hubo poca afluencia de usuarios. Apenas cuatro compradores caminaban por los pasillos. En una de las secciones de frutas solo atendían cuatro puestos. Otros cinco no abrieron y los productos estaban cubiertos con plástico.

Personal de la Agencia Metropolitana de Control (AMC) verificaba que comerciantes y compradoras cumplan con las medidas de bioseguridad. Por los altoparlantes se escuchaba la voz de una mujer que recordaba el uso de guantes y mascarillas a los visitantes.

Como parte de las medidas tomadas por el Municipio, se restringió el ingreso a una sola persona por compra. No se permitió que entraran grupos. Tampoco personas mayores de 55 años y menores de 18 .

En el mercado de Santa Clara se repitió la escena: controles estrictos para el ingreso. Una mujer que decía que no tenía alimentos para sus hijos, no logró entrar ya que su número de cédula no correspondía.