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8 de marzo de 2019 10:21

Viaje por el Quito de beatas, brujas y guerreras

En la imagen el Convento de las Agustinas. Foto: Ana Guerrero / ÚN

En la imagen el Convento de las Agustinas. Foto: Ana Guerrero / ÚN

Ana Guerrero
(I)

A la Quito bruja, beata y guerrera está dedicada la ruta que los Duendes de Quito emprenden en el marco del Día de la Mujer.

La aventura arrancará mañana, 9 de marzo, a las 09:30, en el antiguo Templo de la Luna, espacio que estaba dedicado a la deidad femenina. Las religiosas Agustinas, desde 1864, hicieron del lugar su hogar. El tope para el viaje será en el parque, al pie de la Basílica.

Rina Artieda, ‘duende’ e investigadora del patrimonio intangible de la capital, hace caer en cuenta que antaño y en la actualidad, el punto de partida de la ruta sigue siendo un símbolo femenino.

En el claustro de la Benalcázar, viven cerca de una decena de religiosas, con la priora Ana Lucía a la cabeza. El licor de canario es una de sus especialidades.

La ruta seguirá por la casa de Mariangula. ¿Creía que era solo la leyenda de la esposa que le dio de comer tripas de humano a su marido? Resulta que, dice Artieda, en la esquina de la García Moreno y Esmeraldas, a finales del siglo XIX, vivió Rafael Angulo Freile. Tenía tres hijas, Victoria, Virginia y María. Eran bien guapas.

María se casó y el marido le salió agresivo. De tanto maltrato ella perdió la razón. Y el padre la llevó a vivir de nuevo a su casa.

En medio de su perturbación, salía a las calles a gritar su infortunio. Toditos los vecinos, que en la época no conocían de las afecciones mentales, a un solo golpe, cerraban puertas y ventanas.

Otra figura femenina, que muchas veces pasa desapercibida, es Santa Bárbara. Iglesia y todo tiene, frente al Instituto Metropolitano de Patrimonio. Cuestión de que levante a ver nomás.

Es considerada una mártir, hija de un hombre poderoso y pagano. Ella era muy afecta a la religión. Para que no profesara sus creencias, el progenitor la encerró en una torre de dos ventanas y ella mandó a abrir una tercera, simbolizando al Padre, Hijo y Espíritu Santo. El hombre, al saberlo, le cortó la cabeza. Luego de semejante acción, le cayó un rayo.

La imagen de Santa Bárbara llegó con los españoles y está en la zona donde se ubicaron los primeros solares de Quito.

La vida de clausura también marcó parte de la historia de la mujer en la villa. Por eso, una de las paradas será en el Monasterio de las Conceptas. Hasta este, antaño, llegaban hijas de españoles venidos a menos y viudas. Las mujeres tenían que seguir el camino del matrimonio o del convento.

No hay que olvidar a las beatas que sin ser religiosas de claustro desempeñaron un papel importante en los oficios religiosos.

Se cuenta, por ejemplo, de dos hermanas gemelas idénticas. Ya estaban entradas en años y eran bastante pobres. Con decirles que los trajes negros (distintivos de las beatas) estaban tan desgastados que el color parecía al de la hoja de un tamal.

En el sector de la iglesia de Santa Bárbara había una fonda de una mujer bien buena gente, quien vendía dos tamales por un calé. De cuando en cuando, les daba comida a las hermanas.

Un día, las beatas estaban en el local y un hombre, le comentó a la dueña de la fonda que se le había caído un calé de tamales, aludiendo a las dos mujeres.
Ellas finalmente fueron a vivir a la casa de su benefactora y un día descubrieron a un ladrón en la casa. Por defender a la mujer y sus pertenecías, le hicieron frente. Él terminó matándolas.

Otra mujer que no se podrá dejar fuera es Marieta de Veintemilla, la dama irreverente a la visión patriarcal, que hasta al frente del Gobierno se puso. Era sobrina del presi Ignacio de Veintemilla.

Y por si no sabía, también se tiene noticias de que en la Rocafuerte, al lado de la capilla del Museo de la Ciudad, funcionaba la cárcel de mujeres Santa Marta.

Ahí, las mujeres se levantaron en defensa de mejores condiciones. Protestaron porque al ser vecinas del Hospital San Juan de Dios, les tocaba lavar la ropa hospitalaria. Artieda apunta que el lío era que en la época, harta gente moría por pestes y al recibir la ropa se ponían en riesgo.

El recorrido terminará en el bulevar 24 de Mayo, a los pies de otro símbolo femenino: la Virgen de El Panecillo. Llame al 099-883-2239 para apuntarse.