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6 de abril de 2021 17:59

Vecinos quieren la gruta para la Virgen de Santa Rosa

Vecinos adecentan la zona de la gruta. Foto: cortesía

Vecinos adecentan la zona de la gruta. Foto: cortesía

Betty Beltrán
(I)

Solo es cuestión de hacer memoria de aquellos días cuando, en el regazo de sus abuelitos, le contaban el esplendor de la gruta de la Virgen de Santa Rosa, ubicada en la quebrada que hace de límite entre Yaruquí y Tababela (nororiente de Quito).

Eran tres días de fiesta y los devotos llegaban de todos lados; jamás faltaban los castillos, vacas locas, bandas de pueblo, palos encebados y comida abundante que ofrecía el prioste para todos en grandes pailas de bronce.

Quien recuerda esa época pasada es Vilma Gómez. Ella es presidenta del barrio Santa Rosa, que está al ladito de la gruta, y rememora que esta costumbre de la fiestas, que solía tener lugar cada agosto, se perdió de la noche a la mañana. Hay el deseo de la comunidad de rescatarla del olvido.

El primer paso para concretarlo fue conformar un nuevo comité, apunta Diego Riofrío, presidente de esta agrupación que junta a la comunidad de Yaruquí, Tababela, San Carlos, La Joya, Santa Rosa, Chaupimolino, El Vergel Alto, entre otros. Todos están empeñados en rescatar, planificar, restaurar y construir un santuario en la recordada gruta.

Con tractor se nivela la plataforma de entrada. Foto: cortesía

Con tractor se nivela la plataforma de entrada. Foto: cortesía

Por ahora están dedicados a la recuperación de todo el sector con las mingas. Con sus propias herramientas, apoyan con el desbroce y limpieza total de laderas, y nivelación de la plataforma por la entrada de Santa Rosa.

Mientras se concreta la parte técnica con la ayuda municipal, que implicaría un levantamiento topográfico y un posible embaulamiento de las aguas que bajan por la quebrada, la tarea que se han impuesto es cuidar y mantener el lugar.

Sueñan que todo se concrete a la brevedad, pues esta gruta no es así nomás.
Riofrío apunta que la tradición indica que la Virgen del Rosario apareció en el punto hace algunos siglos y en el sector se la comenzó a llamar de Santa Rosa.

Un dato más, esa aparición fue expresada en un óleo por el fraile Pedro Bedón, quien pintó varias advocaciones de la Virgen, refiere Riofrío. Allí se hizo un altar para poner la famosa pintura y hará algo más de dos décadas que desapareció y la gruta dejó de tener sentido religioso.

La quebrada separa a Yaruquí de Tababela. Foto: cortesía

La quebrada separa a Yaruquí de Tababela. Foto: cortesía

Los vecinos jamás supieron cómo el cuadro fue a parar a Quito para su restauración, acota el presidente del Comité. El daño de la pintura era grande, pero se recuperó totalmente y hará cinco años que la llevaron a la parroquia de Yaruquí hasta hacer su gruta.

Todos están ilusionados en recuperar todo lo que antes había, incluso el ojo de agua del cual se abastecía la gente de los alrededores; se solía bajar a la gruta a proveerse del líquido dulzón, apunta Gómez.

Y los guaguas de aquel tiempo llegaban a montones a jugar en la naturaleza circundante.

Otro de los empeños es recopilar todas esas memorias y hacer un libro. Y junto con el Comité también hay la idea de entrar a ese lugar donde solía estar el ojo de agua y descubrir si aún fluye por las entrañas de la montaña.

Rezan que así sea, pero sobre todo que la gruta vuelva a su esplendor y se retome las romerías. Y, con el tiempo y las aguas, hacer un santuario para la Virgen de Santa Rosa.