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25 de enero de 2021 16:55

Chao transformador recién puesto

Ya pusieron más seguridades en el poste. Fotos: Cortesía EEQ

Ya pusieron más seguridades en el poste. Fotos: Cortesía EEQ

Betty Beltrán. (I)

Desde que tiene uso de razón, Hilda Pineda caminó a oscuras por la vía que le lleva al terreno que le da de comer a su familia, en la comuna de Chimchiloma (vía a Cayambe). Así fue siempre, pero un día decidió ponerle punto final y alumbrar ese trayecto de un kilómetro y medio de largo.

Y comenzó un ir y venir a El Quinche, para que la Empresa Eléctrica Quito (EEQ) pusiera la lucecita que tanto requerían los 40 miembros de la Asociación 24 de Mayo, de la cual es su presidenta. Al cabo de dos años se cumplió su sueño, algo que podría verse como un récord porque en otros lares eso se consiguió en 10 años.

La falta de luz impidió que los dueños de los terrenos levantaran sus casas y fueran a vivir en la comuna y cuiden su cosecha que era hurtada cada dos por tres. Unas siete familias sí se lanzaron a esa aventura y convivían solo iluminadas con velas o con planta eléctrica, cuenta doña Hilda.

Como para mantener la planta se requería harta plata, los humildes agricultores se dormían rápido, rememora la dirigente. Por eso, el día que la luz llegó a la vía de ingreso a sus casas los lugareños casi hacen fiesta de la felicidad.

Para poner la pequeña red de bajo y medio voltaje de energía eléctrica, los trabajadores demoraron un mes, desde inicios de noviembre del 2020. Debían cubrir 1 500 m desde la vía E35, km 213, sector de Santa Rosa de Cusubamba; a lo largo pusieron dos transformadores y 34 postes.

La luz ya volvió a restablecerse en el lugar.

La luz ya volvió a restablecerse en el lugar.

El servicio empezó a iluminar a mediados de diciembre del 2020, con el ofrecimiento de que a mitad de enero del 2021 los dueños de los terrenos ya podían hacer la solicitud para que les instalaran sus respectivos medidores y tuvieran energía dentro de la vivienda. Pero la alegría del pobre duró poco.

Resulta que ocho días después de la inauguración, unos ladrones se llevaron algunas partes de uno de los dos transformadores; los agricultores no se dieron cuenta sobre aquello, pues al ver que no se prendía la luz de los postes creyeron que algo se había dañado. Pero al encontrar las partes del transformador botadas a un lado, comprobaron la cruda realidad.

Una vez que las autoridades fueron al punto, les contaron que eso era obra de alguna jorga de chatarreros, porque solo se llevaron el cobre del transformador. Con esa pena, los planes de algunos comuneros de hacer sus casitas en sus terrenos se postergaron.

No pasaron muchos días y la gente de la EEQ se enteró de aquello y volvió a ir al punto para arreglar el daño. Los trabajos para reponer este equipo se realizaron en coordinación con el personal operativo de Construcción de Redes y de Operación y Manteni­miento Rural de la Gerencia de Distribución.

Así quedó el pobre transformador.

Así quedó el pobre transformador.

Para que no ocurra otra vez ese robo, los técnicos pusieron más seguridad, soldaron unas piezas y quitaron unas gradas.

Ahora, la luz de los postes se prende a las 18:00 y se apaga a las 06:00. Los agricultores están ‘chapa guarda’ por si observan alguna anomalía por el camino que se ilumina todas las noches.

Y doña Hilda les agradece con el alma, porque eso significa que el punto crecerá. Ahora solo espera que, con el tiempo y las aguas, la red se extienda unos siete postes más y pueda llegar hasta el final de los terrenos.

En esos espacios se cultivan aguacates, limones, chirimoyas, manzanas, hortalizas… De todo un poco para las canastas de productos orgánicos a domicilio que, durante la pandemia, se generalizó.