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19 de junio de 2020 17:03

Yumbos alistan su fiestota

En épocas sin coronavirus, así se subía a la cascada de La Pulida (norte). Foto: cortesía yumbada de cotocollao

En épocas sin coronavirus, así se subía a la cascada de La Pulida (norte). Foto: cortesía yumbada de cotocollao

Betty Beltrán (I)

Hechos una noche andaban los Yumbos de Cotocollao por la imposibilidad de celebrar su fiesta grande con todas las de ley. O sea, con baño ritual, recogida, pambamesa, curiquingue, danza hasta las tantas de la noche…

Lo que más les dolía era no agarrar la buena energía en la cascada que está en La Pulida (norte de Quito). Así que, para no quedarse con las ganas, decidieron hacer un baño dentro de casa, con un puñado de hierbas medicinales (ruda, santamaría, ortiga…) y trago…

Unos cinco integrantes de la Yumbada no contemplaron esa manera de comenzar su celebración de cada 20 de junio y ayer, con frío y todo, subieron a esa caída de agua para alejar las malas vibras y pedirle a la tierra su permiso para comenzar a bailar. Y a las 09:00 se bañaron en ese lugar que, gracias a que está escondido, no ha sido destruido, cuenta Fanny Morales, gobernadora de la Yumbada de Cotocollao.

Antes de bajar de la cascada, los yumbos acostumbran a guardar harto matico, pues tienen la consigna de luego compartirlo con el resto de sus compañeros para que se bañen también con esa hierba medicinal.

La Yumbada de Cotocollao tiene siglos de tradición. Fanny recuerda que sus antepasados danzaban en la hacienda de Carretas, donde hoy es Carcelén. Hasta el sol de hoy, los yumbos le hacen bailar a San Sebastián, el patrono de la yumbada.

Por un tiempo esa celebración se quedó dormida… Ni los mayores querían saber de ella; sin embargo, la gestión de Segundo Morales, padre de Fanny, permitió desempolvarla y cobró fuerza. Y de paso, una mujer comenzó a liderarla.

Antes fue prioridad cambiar la visión de los mayores porque, como dice Fanny, “eran súper machistas y pensaban que la mujer debía estar solo en la cocina y no iba a resistir bailar los tres o cuatro días de celebración”. Pero don Segundo cambió esa forma de pensar a través de charlas.

Y hasta los guaguas comenzaron a bailar y los mayores les enseñaban. En el 2016 se sumaron las mujeres; la primera fue Pilar Morales, y Fanny acompañaba a su padre a las recogidas. Su madre le tenía listito el traje.

Ese ajuar tenía el anaco, enagua, faja, saco de manga, pañuelos para la espalda y cabeza, vincha, chala, gavillera y chonta. Todo el conjunto cuesta unos USD 300. Ya para el año 2013, Fanny se convirtió en la primera cabecilla, gobernadora o guiadora de la Yumbada de Cotocollao.

Actualmente tiene 40 integrantes; las edades van desde 3 hasta los 45 años. Y con la pandemia no podrán danzar cara a cara, pero con la tecnología harán una yumbada virtual mañana, por Facebook Live, desde las 12:00 hasta las 14:30.
Presentarán los rituales: recogida, matanza, pamba mesa, curiquingue y despedida. En casa de unos 20 integrantes se hará la representación de cada rito.