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30 de julio de 2021 07:56

Fiesta al santo del trabajo

San Cayetano está en uno de los retablos de la iglesia de San Agustín.

San Cayetano está en uno de los retablos de la iglesia de San Agustín. Foto: Cortesía Maria José Galarza

Betty Beltrán

Cada miércoles, la iglesia de San Agustín se llena con los fieles de San Cayetano, el patrono del trabajo y la caridad.

Los devotos asisten a su misa semanal de las 09:00; antes de la pandemia se hacía a las 08:00.Pero desde ayer, el templo de las calles Chile y Guayaquil, en el Centro Histórico, está más visitado que de costumbre.

Se debe a que arrancó la novena en honor a la memoria de este presbítero italiano, fundador de la Orden de Clérigos Regulares Teatinos.

Para el 7 de agosto, una vez culminados los nueve días de rezos, está prevista la misa solemne de las 09:00 para cerrar la fiesta de una forma modesta, sin olvidar la entrega de víveres a sus devotos más fieles.

Esa es la costumbre que se arrastra desde hace más de 60 años, menciona Celinda de Ponce, quien forma parte de una agrupación devota del santo.

Cada agosto se entrega una ayuda a quienes acompañan, durante todo el año, al rezo semanal a San Cayetano, quien fuera elevado a los altares en 1671 por el papa Clemente X.

Para el último miércoles de diciembre, en temporada navideña, también se dona la misma dosis. Esa tradición nunca se ha dejado de replicar, incluso en pandemia. El año pasado, cuando la enfermedad estaba al tope, se encargó al personal de la iglesia que haga la entrega. Lo mismo ocurrirá en esta edición.

“San Cayetano es muy milagroso, por eso tiene tanta hinchada”, apunta doña Celinda. Lo mismo ocurre en Buenos Aires, donde cada 7 de agosto los trabajadores sacan la escultura en procesión por las calles de la capital argentina.

Mientras tanto, en Quito solo se hace una pequeña procesión dentro del templo, una vez culminada la misa de cierre de fiesta. Este año, al igual que el anterior, esa tradición no se hará por el tema del covid-19; “solo pido que para el 2022 sí se recuerde a nuestro santo como se debe”, aspira.

La tradición nació por la década de los 60 del siglo pasado y se llamaba ‘El ropero de San Cayetano’, por la iniciativa de Laura Cárdenas y su esposo. Ellos tenían un local comercial en La Marín, rememora María José Galarza, guía cultural de San Agustín,

A partir de allí se pusieron en un plan de ayudar a los más necesitados, siempre bajo el amparo de San Cayetano. Y la devoción fue creciendo hasta que en la actualidad se entregan hasta 10 productos alimenticios y ropa para la gente más pobre que acude.

La mayoría de rezadores del santo sigue llegando todos los miércoles al templo. Entran y de una van al primer retablo lateral izquierdo; allí se quedan un buen tiempo rezando a la imagen de 1,50 metros.

San Cayetano viste con un hábito negro y un alba blanca, y lleva en sus brazos al guagua Dios. Y frente a él, de pie o sentados en las bancas de madera, le piden que les ayuden a conseguir un trabajito.