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28 de noviembre de 2019 13:04

La Rumiñahui es una familia

La buena vecindad se vive y se siente en el barrio La Rumiñahui, en el norte de Quito. Y en la iglesia, los vecinos se reúnen para planear las distintas actividades. Foto: Diego Pallero / ÚN

La buena vecindad se vive y se siente en el barrio La Rumiñahui, en el norte de Quito. Y en la iglesia, los vecinos se reúnen para planear las distintas actividades. Foto: Diego Pallero / ÚN

Betty Beltrán
(I)

En lo que resta del año, los vecinos de La Rumiñahui (norte) estarán en modo fiesta y alistando sus pañuelos para bailar ‘hasta las 15’. ¿No ve que después de Fiestas de Quito y Navidad llega el jolgorio mayor de estos lares: La Sagrada Familia.

Rubén Parra, sacerdote del barrio, anota que la celebración se realiza cada 28 de diciembre y se arma un gran pregón. No falta la procesión por las principales calles del sector, luego se celebra la Eucaristía en torno a la imagen del Niño Jesús.

Aquel pase del Guagua es con todas las de ley, con prioste incluido. La idea es mantener la tradición, por eso nunca faltan las bandas y el chagrillo. Ese encuentro permite mantener unido al barrio y a las familias.

Para conservar ese lazo también meten mano otros estamentos de La Rumiñahui. Sofía Gutiérrez, del Centro de Salud, apunta que su trabajo se centra en la prevención y en la promoción y lo hace junto a la Policía Nacional, porque se enfocan en el peligro del consumo de droga, alcohol, embarazo adolescente, entre otros.

En 1992, la casa comunal fue adecuada para el centro médico, tras un acuerdo entre el Municipio y los vecinos. Con el tiempo, el espacio creció.

También se cultiva el deporte: hay entrenamientos de baloncesto y fútbol. Un proyecto que lidera la dirigencia que está bien empoderada.

Historia del nombre

Corría el año 1965 y comenzó a configurarse la barriada que, posteriormente, se llamó La Rumiñahui. El nombre se acuñó en honor a los ingenieros del Ejército que, con la mano de obra de familias indígenas, levantaron buena parte de las casas del lugar, recuerda su presidenta, Juanita Pico.

Al inicio, la idea fue que sea una urbanización, de ahí que buena parte del sector no tiene aceras. Aquellos terrenos eran del Seguro Social, agrega la vecina Magdalena de Barragán; claro que los que están más arriba de la actual Real Audiencia pertenecían a los militares.

Las primeras familias de aquellos lares fueron Cáceres, Chiriboga, Barragán…

Patricia Salas, otra de las dirigentes, agrega que algunas calles del sector llevan nombres indígenas: María Tixilema, Sancho Hacho, Cristóbal Tuquiri, Francisca Sinasigche, Nazacota Puento...

El emprendimiento

La Mega Ferretería atiende bien bonito


Redacción Últimas Noticias (I)

En la Luis Tufiño Oe 418 y Gualaquiza funciona Mega Ferretería y Materiales de Construcción Luis Tufiño S.A. Janet Aucatoma, una de las dueñas del local, hace reminiscencia y cuenta que están en La Rumiñahui desde hace 36 años.

El arranque del negocio fue idea de su madre, María Gualoto. Antes vendía ladrillo, pero fue visionaria y se puso el local. El primero lo abrió en la 10 de Agosto y Tufiño, allí estuvo cinco años.

Janet Aucatoma es una de las propietarias. Foto: Betty Beltrán / ÚN

Janet Aucatoma es una de las propietarias. Foto: Betty Beltrán / ÚN

Luego, con toda la familia, se pasó al sitio donde actualmente está el negocio. Los cinco hijos metieron el hombro. A todos, doña María les enseñó a trabajar duro, también a estudiar y prepararse.

Así lo hicieron y hoy tienen sus respectivas profesiones, y sin alejarse del negocio familiar. Cuando falleció doña María, al frente se puso Janet y lo hizo con pie derecho.

Está tan metida en el negocio que sabe sus secretos y se llena de conocimiento para servir mejor a su clientela. Atiende bonito y ofrece opciones para todo bolsillo.

Como tienen de todo, el comprador se va diciendo “Dios le pague”; hasta el transporte le facilita. La Mega Ferretería tiene desde tornillos hasta varillas y cemento; atiende desde las 07:00 hasta las 19:00, de lunes a sábado.

El deseo de progresar la llevó lejos y está a puertas de abrir una sucursal, en la Machala y Sabanilla (frente a la Universidad Indoamérica). Y con la misma calidad y servicio de casi cuatro décadas.

El personaje

Un curita con harto amor por la familia


Redacción Últimas Noticias (I)

Se llama Rubén Parra y está en todo, y hasta en misa. Es el sacerdote del barrio La Rumiñahui y tiene harta hinchada entre sus fieles. Siempre está a dos manos, tiene a cargo varios proyectos de ayuda a jóvenes y adultos mayores. También a inmigrantes.

Nació en Quito, en el corazón de Chimbacalle (sur); desde guambrito participó en las actividades de la iglesia y luego asumió “el compromiso de aceptar el llamado del Señor”, tras haber estado en malos pasos: en pandillas.

Esa experiencia le hizo reflexionar y asumió el objetivo de reinvindicarse y ayudar al prójimo; entró al seminario y comenzó lo que llama su “proceso de encuentro con el Señor”.

Su trabajo se centra en integrar a la familia. Foto: ÚN

Su trabajo se centra en integrar a la familia. Foto: ÚN

Después fue párroco de Sangolquí, luego de La Mena Dos y, finalmente, de La Rumiñahui. Cuando llegó a su nuevo lugar de trabajo, desde hace cinco años, se centró en dar una mano a los más jóvenes.

Logró reunir a algo más de 150 chicos que están organizados en comunidades y van reuniéndose para hacer un trabajo social de inserción en la comunidad, pero también un trabajo espiritual.

Otro proyecto que lidera es el amor al prójimo a través del ropero. En un espacio de la casa parroquia instaló un almacén de prendas que la gente del barrio regala y luego las vende a bajísimo precio.

Vende porque está convencido que lo vital es enseñar a pescar y no dar el pescado. Con ese dinero se ayuda a otras personas más necesitadas.

La hueca

Samy, la panadería que tiene de todo


Redacción Últimas Noticias (I)

El esfuerzo valió la pena. Hace 40 años, la Panadería Samy anidó en La Rumiñahui, justo en la av. Del Maestro y calle Sebastián Buara. Actualmente es uno de los locales más conocidos de la zona.

Ángel Hurtado es el propietario y rememora que comenzó arrendando el local en la esquina donde hoy atiende con éxito; y su familia se ubicó en un minidepartamento de la trastienda. Así comenzó, con fe y harto trabajo.

El oficio lo amasó con conocimiento de causa, pues su madre era ducha en esos menesteres. Y lo hizo con pasión, porque eso de ser panadero sí que es sacrificado; antes el pan se amasaba todos los 365 días del año.

El local es punto de referencia del barrio. Foto: ÚN

El local es punto de referencia del barrio. Foto: ÚN

Poco a poco, el horno manual de cuatro latas lo cambió por uno de 12. Pero en el año de 1994 dio un salto y pasó a un horno giratorio de 40 latas.

En aquel tiempo, el pan lo entregaba en camioneta y hacía hasta 16 quintales diarios. Pasó el tiempo y volvió a vender solo en el local (dos quintales diarios). Hoy hace 25 tipos de pan y la calidad se logra con cuidar los detalles, asegura Hurtado.

Los precios van desde 15 centavos hasta 2,50 los moldes especiales llenos de huevo y margarina. Atiende de 06:00 a 22:00, excepto los domingos.

En cada temporada hace platos especiales: fanesca en Semana Santa; colada morada, en Difuntos; hornea y aliña pavos en Navidad. Solo para cubrir las necesidades de su gente de La Rumiñahui.

Ubicación del barrio: