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25 de enero de 2018 06:03

Bajó al Machángara a beber de su afluente y casi se muere

Don Segundo Paredes fue rescatado por los casacas rojos. Foto: Cortesía de los bomberos

Don Segundo Paredes fue rescatado por los casacas rojos. Foto: Cortesía de los bomberos

Betty Beltrán

Los gritos de una mujer alertaron a Rildo Racines, el ‘limpiavidrios’ de El Sena, como le llaman sus amigos. El hombre movió su cabeza de un lado a otro para visualizar el motivo del alboroto. Solo cuando se acercó al muro que separa la calle Carlos María de la Torre con el río Machángara se dio cuenta del motivo.

Un adulto mayor estaba ahogándose. Al parecer, el hombre de 85 años se acercó a ese sitio porque “quería beber agua”. Cuando le sacaron del peligro se supo su nombre: Segundo Paredes.

En el rescate, Rildo tuvo la colaboración de otros dos trabajadores autónomos: Líder Cheme, que vende agua embotellada, y Wilmer Ramírez, que ofrece bebidas energizantes. Los tres laboran en la esquina de la av. Maldonado y calle Carlos María de la Torre (sector El Sena).

Al parecer, don Segundo tiene demencia senil porque al personal de la Secretaría Metropolitana de Seguridad y Gobernabilidad le manifestó que el agua del Machángara es limpia y que solo bajó a refrescarse, tal cual lo hacía cuando
era guagua.

Un poco más calmado, el adulto mayor agregó que salió desde la av. Universitaria. E insistió que solo quería aliviar el calor que sentía y es que además -según juró y rejuró- el agua del Machángara es limpia.

Sin embargo, el afluente -en el tramo de El Sena- tiene altos niveles de contaminación. Hace algunas décadas, la realidad era distinta: el agua era cristalina y los quiteños y los chagras se acercaban a la vertiente a bañarse o a lavar la ropa.

De aquello dio cuenta María Clara Gómez, ambateña de nacimiento pero quiteña de corazón. Recordó que de guambra, hace más de 70 años, ese tramo del río en donde funcionaba una fábrica textil era “bien limpito y la guambrada se dedicaba a bañarse, y más allá las amas de casa lavaban la ropa propio o la ajena”.

Sea como sea, ese recuerdo de las aguas cristalinas aún se mantiene vivo en la mente de don Segundo. Tanto que, ayer antes de las 11:00, bajó hasta la orilla del río y por poco muere arrastrado por la corriente que, en ese momento, estaba caudalosa.

Uno de los comerciantes que ayudó en el rescate, Wilmer, rememoró el momento: “Yo estaba vendiendo mis bebidas energizantes y como la gente observaba hacia el río yo también me acerqué y observé que mi colega, el ‘limpiavidrios’, intentaba ayudar a un hombre”.

Solo no lo iba a lograr, así que dejó su maleta llena de bebidas a un lado y corrió a ayudarlo. Tras de Wilmer le siguió Líder; los tres, en guango, sacaron del río a don Segundo. A medida que le arrastraban hasta la orilla, don Segundo musitó: “Tomé agua del río y me arde el estómago”, contó Wilmer.

Los tres hèroes comerciantes: Rildo Racines, Lider Cheme y Wiler Ramírez. Foto: Cortesía de la Secretaría Metropolitana de Seguridad.

Los tres hèroes comerciantes: Rildo Racines, Lider Cheme y Wiler Ramírez. Foto: Cortesía de la Secretaría Metropolitana de Seguridad.

Una vez en la orilla, llegó el turno del trabajo del Cuerpo de Bomberos Quito y don Segundo fue evacuado del sitio. Los paramédicos del Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social (IESS) lo revisaron. Solo tuvo evidencias de agotamiento físico.
Más tarde, se intentó ubicar su casa. Hasta las 17:00 de ayer no hubo resultados positivos.

Christian Rivera, técnico de la Secretaría de Seguridad, recomendó que para evitar estos dramas se sugiere a los familiares de adultos mayores que se les olvida las cosas lo mejor es hacerles una tarjeta con su datos personales y si alguien le encuentra sepa con quién contactarse. De igual manera, vigilarlos.