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24 de agosto de 2020 12:19

Quebrada de El Tejar aún vive

Vista de la quebrada El Tejar, en el Centro.

Vista de la quebrada El Tejar, en el Centro.

Ana Guerrero. (I)

Siempre han estado ligadas al día a día de los capitalinos, incluso, desde tiempos ancestrales. Hasta eran consideradas como una fuente de energía, el lugar que dotaba del líquido vital, la cuna de plantas medicinales y un punto de encuentro. Se trata de las quebradas. Una de ellas es la de El Tejar.

Esa quebrada parecía estar ya solo en viejos recuerdos, en libros de historia o de leyendas. Pero, no: sigue viva. Y en ella está en marcha Wayku, un proyecto de Aves y Conservación.

Tatiana Santander es parte de la organización y detalla que desde el 2012, las quebradas de Quito son patrimonio natural, histórico-cultural y paisajístico. La organización presentó el proyecto en una convocatoria de la Secretaría de Ambiente y se hizo acreedora del Fondo Ambiental.

El plan incluye el levantamiento de información, recuperación, conservación y el trabajo sostenido con la comunidad.

En la investigación se toparon con detalles como que en la hondonada hay más de 80 especies de plantas, entre nativas (capulí, arete de bruja...) e introducidas (eucalipto, pino...). Sin olvidar las 29 especies de aves, de 15 familias. Este último dato fue una sorpresa, cuenta Santander, pues se trata de un espacio pequeño: palomas, mirlos y colibríes abundan. También se toparon con plumíferos rapaces, como un gavilán aludo, que es una especie migratoria, que viene desde Norteamérica.

Una vecina, de nombre Magdalena, captó la imagen de un gallinazo de cabeza negra. El ejemplar se posó en el puente que lleva al barrio Balcón Quiteño. Algunos moradores tuvieron miedo, pues a esta ave se la relaciona con la muerte. En realidad, es carroñera, se alimenta de animales muertos y así limpia el ecosistema.

Por la pandemia, algunas actividades, que incluían la gestión con escuelas del sector, se detuvieron. Sin embargo, el contacto con la comunidad no paró, se dio de forma virtual.

La bióloga Jhael Ortega estudia la herpetofauna.

La bióloga Jhael Ortega estudia la herpetofauna.

Como cuenta Santander, pudieron hacer talleres en línea con los vecinos, incluidos los niños, sobre la importancia de conservar el espacio, las especies y no botar basura. En este último punto entró en acción la iniciativa de reciclaje ReciVeci. Una vez terminada la emergencia esperan volver al ruedo con los moradores.

La importancia de las quebradas es enorme. Como explica el biólogo Andrés Marcayata, por la desordenada explosión demográfica, Quito ha perdido muchos de sus ríos y hondonadas, muchos se han convertido en botaderos de basura, afectando a muchas especies, como anfibios y reptiles.

Otras especies aprovechan la basura. Los roedores comen de ella y aves cazadoras nocturnas como el quilico, búhos y lechuzas comen a los roedores. Sin embargo, gorriones, mirlos, tórtolas, entre otros, por buscar alimentos tragan plásticos y mueren.

De ahí, apunta Marcayata, es vital recuperar los espacios. “Así volveremos a escuchar los cantos de los animales en una tarde o noche de lluvia”.

Entre las especies de aves más comunes que se pueden encontrar en las quebradas están, por ejemplo, el quinde herrero y el colilargo, colacintillo coliverde, monja pechiamarilla, picócono, pincha flores y carpinteros de la sierra.
En la información levantada en el proyecto Waycu se detalla que en el Distrito Metropolitano de Quito hay 160 quebradas y ríos, espacios de gran valor ambiental para la urbe, pues conservan los últimos remanentes de vegetación nativa en la ciudad. 

Gavilán aludo, una ave migratoria en El Tejar. Foto: cortesía de Aves y Conservación

Gavilán aludo, una ave migratoria en El Tejar. Foto: cortesía de Aves y Conservación