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8 de marzo de 2021 16:29

Quiteñas lideresas y solidarias

Profetiza tiene 87 años y una memoria intacta.

Profetiza tiene 87 años y una memoria intacta.

El altruismo andando

No es solo en Navidad donde la solidaridad le brota. Profetiza Caizalitín siempre está extendiendo la mano, aunque a veces se gane algún regaño de los suyos porque “es demasiado generosa”.

A sus 87 años, tiene una lúcida memoria. Dice que nació sietemesina, un 25 de mayo, en la vieja maternidad (diagonal a la actual UE Sucre), todo porque su mamita había salido a ver una retreta y de una le cogieron los dolores.

Su padre, quien era militar y bien versado en temas de vehículos, trajo por primera vez un tanque de guerra a la ciudad. La familia que formó no fue muy grande para aquella época: apenas tres hijos.

La herencia que le dejaron sus padres fue, dice con orgullo, ese desapego a las cosas materiales.

Recuerda que para festejar la Navidad su mamá organizaba una cena y regalaba juguetes a los vecinitos pobres del barrio. Tomó el testigo de esa tradición en el barrio Yaguachi, en el sur.

Esta amante de los gatos, del twist y del ‘rock and roll’ también ayuda a las personas que no tienen qué comer. Durante esta pandemia, siempre ha estado extendiendo la mano porque tiene una máxima: “Donde comen dos, comen tres…”.

Beatriz, en una visita a la Mitad del Mundo

Beatriz, en una visita a la Mitad del Mundo

La dirigente incansable

En todo anda y se codea con género humano: con el vecino que llega recién a su Loma Grande o con algún funcionario municipal. Ah, y siempre está liderando las actividades de la iglesia Santo Domingo y de los comerciantes del centro comercial Mideros.

Beatriz Yupangui, nacida en el barrio San Sebastián en 1943, es bien comedida y es una lideresa de cepa. Hace de todo con tal de dar soluciones a los problemas de distinta índole, asegura. Hasta escribía en el periódico municipal El Chulla.

Desde guambrita tuvo ese espíritu entrador y de servicio, para seguir los pasos de su madre, apunta. Hace 28 años, cuando llegó al barrio, armaba tertulias con jóvenes y mayores para rescatar la memoria del lugar.

Fue hija única y los padres lo primero que enseñaban, en aquel entonces, era que aprendan un oficio: se graduó de modista. Luego se casó, a los 27 años, y tuvo dos hijos varones; ellos son su vida.

También la dirigencia barrial, por esos está metida en lo que es y no es, yendo y viniendo a la Administración Centro y tratando de poner remedio a lo que, según dice, está mal. Toda la vida ha sido caritativa y querendona de su ciudad.
Ahora con tantas pobrezas, no deja de hacer un llamado a la ciudadanía para que ayude a los albergues Toca de Asís, San Juan de Dios... Y tiene fe de que sus palabras caigan en terreno fértil.

Margarita no se cansa de emprender

Margarita no se cansa de emprender

La emprendedora de cepa

Se llama Margarita Balladares, tiene 63 años y una gran determinación para reinventarse cada vez que sea necesario. Ese germen de emprendedora le cayó en medio de la convivencia barrial en su Pambachupa, por el sector de La Gasca y Las Casas (norte).

En esos lares, rememora, pasó sus primeros años de niñez; posteriormente, su familia se pasó a vivir por San Bartolo y finalmente, en Edén del Valle. En este último sector echó raíces con los emprendimientos.

Su licenciatura en banca le facilitó las cosas. Mientras trabajaba en una empresa, sacaba adelante su papelería que nació en el sector del Colegio Manuela Cañizares, luego en El Dorado.

Cuando falleció su madre, la situación le obligó a dedicarse a su casa y a sus hijos (uno de ellos con una condición especial). Pero siguió con el empeño de posicionar un negocio y llegó el tiempo de la panadería, el micro-mercado…

A la par, tomó las riendas del barrio y emprendió varias cosas para buscar las formas de disminuir el desempleo y la inseguridad en su vecindad. Llegó el sistema de alarmas, la agricultura urbana, la caja de ahorros.

Esa entrega a los nuevos comienzos tuvo buena cosecha, pues su hijo no le hizo feos a buscarse la vida con creatividad, tras quedarse sin empleo. La idea es seguir en el camino y sacar lustre a las habilidades y fortalezas.