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10 de octubre de 2017 07:32

Un matrimonio con desgracia

Los vecinos de San Miguel no salen del asombro por el suceso del domingo. Foto: Julio Estrella / ÚN

Los vecinos de San Miguel no salen del asombro por el suceso del domingo. Foto: Julio Estrella / ÚN

María Belén Merizalde

Se arregló el cabello, se maquilló y se puso su mejor vestido, sin imaginar que esa sería la última noche de su vida.

Rosa Narváez era una de las invitadas a un matrimonio que se llevó a cabo la tarde del domingo, en el barrio San Miguel, en el sector de Cocotog (en la parroquia Llano Chico, al norte de Quito).

Una carpa blanca colocada en un costado de la calle 29 de Septiembre, acogía a todos los invitados del casorio. La música, la comida y el licor no faltaron; todos se estaban divirtiendo.

Sin embargo, alrededor de las 21:00 la alegría se transformó en angustia y dolor, cuando uno de los invitados salió molesto de la fiesta, tomó su vehículo que había dejado estacionado a pocos metros del lugar y aceleró sin importarle las personas que se encontraban en la vía de tierra.

El conductor arrolló a más de cinco personas, entre ellas se encontraba Rosa y su amiga María.

Las dos mujeres de 29 y 33 años, respectivamente, estaban conversando en una de las esquinas de la carpa, cuando de pronto el automotor las embistió.

Las dos amigas no soportaron el impacto del vehículo y fallecieron. Mientras que otras tres mujeres que también fueron arrolladas presentaron varias heridas.

Los asistentes al matrimonio se comunicaron inmediatamente con el ECU 911, por lo que miembros de la Policía Nacional y del Cuerpo de Bomberos acudieron al sitio para brindar los primeros auxilios y realizar las investigaciones necesarias.

Silvia Narváez, hermana de Rosa, recibió una llamada aproximadamente a las 21:30. Allí le informaron que su hermana había sido atropellada.

Y fue corriendo; “en medio del camino me encontré con una ambulancia, como no la vi apresurada pensé que solo fue algo leve. Cuando llegué, mi hermana ya estaba sin vida”, contó.

Ayer por la mañana la familia de Rosa fue hasta el lugar de la fiesta, pero nadie salió para darle una explicación del terrible suceso. La carpa blanca lucía vacía, las sillas apiladas...

Según los hermanos de Rosa, el responsable de la tragedia vive, hace algunos años, en España pero había venido al país a pasar unos días de vacaciones.
“Sabemos que tiene comprado un pasaje para esta semana y por eso tememos que huya”, comentó Silvia.

Los familiares de las dos víctimas realizaron la denuncia en la Fiscalía y esperan que pronto lo detengan para que este hecho que enluta a dos hogares no quede sin sanción.

El cuerpo de Rosa será velado en su propio domicilio, en el barrio Cocotog central durante dos días y finalmente sus seres queridos le darán el último adiós.
La mujer, que trabajaba como costurera muy cerca de su barriada, deja en la orfandad a dos niños de 11 y nueve años.