placeholder
Las Últimas
29 de junio de 2021 16:23

Un curita, cuatro iglesias

En el templo de la Sagrada Familia, de la Forestal, en el sur de Quito. Fotos: Cortesía

En el templo de la Sagrada Familia, de la Forestal, en el sur de Quito. Fotos: Cortesía

Betty Beltrán

En febrero cumplirá 70 años, pero parece un mozuelo porque va de aquí para allá atendiendo a los feligreses de los cuatro templos que tiene a cargo. Albeiro Saldaña es el sacerdote que ‘pastorea’ sin descanso.

Él tiene a cargo la parroquia San Martín de Porres, en la Ferroviaria Alta. Y hace unos meses le sumaron otra más, la Sagrada Familia, que está en La Forestal. Estos dos sitios del sur de Quito, uno al lado del otro, tiene altos índices de pobreza y de covid-19.

A más de ponerse al frente de los dos templos principales de estos sectores, el padre Albeiro se encarga de los fieles que van a las capillas que están por esos lares: Nuestra Señora de la Asunción, en La Forestal Media, y San Patricio, de la Loma de Puengasí.

Con cuatro templos a su cargo, tiene que oficiar un montón de misas. Solo el domingo suman seis fijas y uno que otro bautizo o boda con aforos reducidos.
Los sábados son expresamente para celebrar las misas privadas (bautizos, bodas) en cualquiera de los cuatro templos.

También atiende a los distintos grupos de catequistas y movimientos apostólicos en las dos parroquias, además soluciona asuntos del trabajo de los coordinadores (voluntarios) y problemáticas de las familias.

Mientras que, entre semana, se dedica a más homilías y a las labores administrativas propias de una parroquia eclesiástica.

Un dato más: acolita con la extremaunción a los enfermos, a través del Servicio Sacerdotal Nocturno, en donde colabora 24/7.

Sus superiores clarito le dijeron: “Ve tú si avanzas, si no, nos avisas…”. Pero el padre Albeiro, confiesa, decidió quedarse “por tanta necesidad y dolor que hay en estos sectores”. Eso le anima a seguir trabajando en esos puntos.

Como buen colombiano, es ‘berraco’; lleva siete años en el país. Cuenta que perteneció a la orden religiosa Terciarios Capuchinos, allí estuvo 45 años; y en el ministerio lleva 35. Y una vez que pidió la salida definitiva del instituto religioso, se vinculó a la Arquidiócesis de Quito como diocesano.

Antes de llegar a la Ferroviaria Alta, estuvo sirviendo en un internado de chicos con problemas de conducta, luego trabajó como segundo a bordo de la parroquia de San Isidro de El Inca.

Ni su edad le ha impedido entrar a la ola de la virtualidad, sobre todo en los momentos más difíciles de la pandemia. En eso tiene la ayuda de la familia Tello. De allí que, las misas de las dos iglesias nunca se dejaron de hacer y las transmitía vía Facebook Live.

Como a todos, al inicio de la pandemia le dio miedo oficiar misas a los difuntos, pero se encomendó a todos los santos y presidió algo más de media docena, en plena calle de la Ferroviaria Alta, porque no podía ingresar a las casas.

En esos trotes, hace casi un año, el padre Albeiro se contagió de covid-19, pero con el acompañamiento de un médico pudo curarse en su propia casa.
Tuvo suerte porque, como le dijo su médico, “es un milagro que saliera adelante tomando en cuenta su edad, la exposición que tiene y sus enfermedades de base, como la diabetes.

El próximo febrero cumplirá siete décadas de vida y allí se verá cuál es su destino, seguir sirviendo o retornar a su Colombia querida. Mientras tanto, el padre Albeiro seguirá a dos manos y dando su “último cuarto de hora”.