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22 de septiembre de 2020 11:44

Al San Lázaro, a lo Carapaz

Algunos de los funcionarios con sus bicicletas, frente a la fachada del San Lázaro, ubicado en la Ambato y Barahona, en pleno Centro Histórico de la capital. Foto: cortesía centro de atención ambulatoria San Lázaro

Algunos de los funcionarios con sus bicicletas, frente a la fachada del San Lázaro, ubicado en la Ambato y Barahona, en pleno Centro Histórico de la capital. Foto: cortesía centro de atención ambulatoria San Lázaro

Betty Beltrán. (I)

Era el 2013 y el psicólogo Fausto Ríos comenzó a llegar en bicicleta a su trabajo. Se sumó también la siquiatra Claudia Chávez. Y les encantó esa alternativa de transporte pues, además, era más rápido y eficiente llegar a su labores en el Centro de Atención Ambulatorio Especializado San Lázaro, perteneciente al Ministerio de Salud, en la Ambato OE-6439 y Rafael Barahona.

Ese punto está ubicado en pleno corazón del Centro Histórico de Quito. Los funcionarios siempre tenían dificultades para llegar, por el déficit de parqueaderos y porque emplear el servicio de bus se tornaba en una odisea.

Optar por una movilización amigable también favoreció su salud y, de paso, ayudan al medio ambiente, apunta Ríos.

Recuerda que en octubre pasado, tras las convulsas manifestaciones, de a poco se sumaron más personas a la iniciativa y pasaron a hacer cuatro ciclistas médicos. Solo a partir de la pandemia y los toques de queda se juntaron 12 personas.

Las rutas son variadas, el que menos hace 5 kilómetros y el que más, 20. Y todos están ojo al Cristo porque “los conductores no respetan al ciclista, además los motociclistas se meten nomás en los trayectos marcados para las bici”, menciona Ríos.

Con más ciclistas, hasta el parqueadero chiquito del San Lázaro se amplió y lo que comenzó como una pequeña estrategia para acudir de una forma más efectiva al trabajo, ahora es una norma. Y ha calado tanto esta actividad que hasta los pacientes acuden a sus consultas en bicicleta, acota Ríos, quien se moviliza desde la Universidad Central.

A más de los médicos, en el grupo también están auxiliares de enfermería, personal de limpieza, guardias, conductores. A Cristóbal Oñate le cayó al pelo movilizarse en bici, pues llevaba una vida muy sedentaria frente al volante de los vehículos livianos del San Lázaro.

Cuenta que recién en julio se sumó con el escuadrón de los ‘Carapaz de San Lárazo’, tenía miedo de no lograrlo porque desde su casa, ubicado en el barrio Libertad de Cataguango de Amaguaña, hay 20 kilómetros hasta su trabajo. De ida, hace 50 minutos, porque es bajada; a la vuelta, dos horas.

Tanto pedalear “ya mismo soy gregario de Carapaz”, dice entre broma y broma. Como la ruta es matadora, la hace unas tres veces a la semana. Todo depende de las circunstancias, acota Oñate de 48 años de edad.

Desde que pedalea hasta su estado emocional, además del físico, ha cambiado y se siente “papelito”. Está mejorando en todos los sentidos, insiste.

El doctor José Sánchez, médico residente del San Lázaro, es otro de los ciclistas y todos los días se moviliza desde La Carolina, donde está su hogar, y llega a la Ambato y Rafael Barahona en 25 minutos; cubre seis kilómetros.

Ese viaje, antes de meterse de lleno en el área de trabajo, le despeja y le motiva. Conduce siempre con precaución. Él entra a las 07:00 o 09:00, dependiendo el turno que le tocó. Y la salida a las 15:00 o 18:00.

Se sumó a esta iniciativa para evitar los trancones y mejorar su calidad de vida (física y emocional). Con la pandemia lo intensificó y dejó de lado el automóvil, porque quiere cuidarse con esa “movilización preventiva” en tiempos de covid-19.