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18 de junio de 2022 22:13

En Píntag aún le hacen a la minga

Píntag ha mejorado sus caminos, pero aún falta mucho más por hacer. Foto: cortesía Gobierno Parroquial de Píntag

Píntag ha mejorado sus caminos, pero aún falta mucho más por hacer. Foto: cortesía

Karen Madrid

Los vecinos y vecinas de Píntag, en el suroriente de la capital, conservan vivas muchas costumbres de antaño.Una de ellas es la minga, que se ha mantenido por varios siglos, incluso desde antes de la llegada de los españoles a América.

La palabra minga viene del quechua minka, que se utiliza para referirse al trabajo comunitario, en donde las personas se comprometen a hacer una obra.

Los pinteños recuerdan que sus abuelos y padres tenían esta tradición. Cuando había una tarea pendiente en sus barrios, ellos se reu­nían para sacarla adelante.

“Todos trabajamos por un bien común. Me acuerdo que cuando era niño se hacían mingas para habilitar la carretera, para construir los canales de riego y hasta para hacer una casa”, cuenta el vecino Lucio Chasipanta, del barrio Valencia.

Gabriel Noroña, presidente del Gobierno Parroquial, señala que el presupuesto que le otorga el Municipio es limitado. De allí la necesidad de recurrir a los demás para hacer lo que haga falta.

“Ha sido una lucha muy fuerte. Hay una gran ine­quidad para la ruralidad”, dice Noroña, para quien Píntag ha estado olvidado por las autoridades. Parece que solo en las fiestas nos regresan a ver, cuenta.

Ya son 10 años, más o menos, desde que los vecinos tomaron fuerza y decidieron recuperar las labores comunitarias. De esta forma han optimizado costos.
Ellos piden a las instituciones públicas que les compren materiales y que les den insumos, para ocuparse de la mano de obra.

Mujeres, guaguas y hasta abuelitos son parte de las mingas comunitarias. Foto: cortesía

Mujeres, guaguas y hasta abuelitos son parte de las mingas comunitarias. Foto: cortesía


Las máquinas que utilizan para asfaltar son más o menos de inicios de la década de los 60, e incluso rescataron una de la chatarra del patio de la Empresa Metropolitana de Movilidad y Obras Públicas (Epmmop).

La vecina Amparo Gutiérrez, del barrio La Merced, comenta que la minga es una experiencia bonita porque se reúne con sus vecinos y conversa de todo un poco. Pero a la vez, dice, es cansado porque ponen mucho esfuerzo para conseguir resultados.

“Cuando llega el material, las mujeres y hombres le metemos ñeque. Si bien la fuerza de una mujer no se iguala a la de un hombre, ahí estamos con esa voluntad”, dice Gutiérrez.

Píntag es una de las parroquias rurales más grandes de Quito. Tiene sectores que no cuentan siquiera con los servicios básicos. Aun así, los vecinos no se quedan de brazos cruzados. Ellos mismos se dan una mano para sacar adelante a su parroquia.

“La minga es una forma de unir a los compañeros. Trabajamos por el beneficio de todos. Ahí sale desde el más pequeño hasta el más grande y colabora con lo que pueda hacer, con lo que haga falta”, expresa la vecina Mercedes Simbaña, del barrio Yurac Alto.

Con esta idea también concuerda Patricio Córdova, de la comuna 4 de Octubre, quien dice que los adultos trabajan para los jóvenes, para que ellos mantengan vivas las costumbres ancestrales.

Él recuerda que la chicha y el trago no podían faltar en las mingas. “Eso nos daba valor para seguir trabajando”, agrega Córdova.

Luis Cuichán, por su parte, indica que antes los vecinos también se reunían para cosechar cebada o papas. Afirma que los pinteños son colaboradores y siempre están prestos a ayudar, porque entienden que se trata de un beneficio para todos.