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31 de mayo de 2018 06:31

Max es los ojos de Diana

Tanta es la empatía entre Diana y Max que el perro hasta identifica cuales son los días de vacaciones. Foto: Betty Beltrán / ÚN

Tanta es la empatía entre Diana y Max que el perro hasta identifica cuales son los días de vacaciones. Foto: Betty Beltrán / ÚN

Betty Beltrán

Va con su capa de color amarillo, que en los costados lleva dos palabras escritas: perro guía. Su nombre es Max, tiene 26 meses, es de raza golden retriever y es los ojos de Diana Suasnavas.

Se conocieron hace tres meses y ahora son inseparables. El animalito ayuda a movilizarse, por toda la ciudad, a esta mujer de 36 años y que desde los 14, perdió totalmente la visión.

El bastón blanco era su aliado, pero siempre buscó como alternativa al perro guía. El año pasado tomó contacto con la Escuela de Perros Guías Ecuatorianos y, en febrero, le entregaron a su Max y así se convirtió en la primera usuaria de perro guía en Quito.

La diferencia es abismal. Diana lo explica: “el bastón no evita obstáculos, los identifica y los rodea; mientras que el perro guía evita todo obstáculo sin esperar que la persona a quien acompaña decida”.

Los tiempos de desplazamiento disminuyen hasta en un 50% y hay mayor seguridad al caminar rumbo a su trabajo. Diana es técnica educativa y, hace cinco años, trabaja en el Yaku.

Mientras la mujer trabaja, Max está bajo el escritorio esperando una orden. Es un buen perro guía y no le costó ni un solo dólar, porque es financiado por la Escuela de Perros Guías.

Francisco Torres Larrea es el director administrativo y recuerda que el próximo 25 de agosto cumplirán un año de actividad, aunque el proyecto nació hace dos. Cuentan con la guía y el proceso de entrenamiento de los perros del Club de Leones de París.

El arranque fue duro porque, además de golpear las puertas, hubo que socializar el tema y lidiar con la configuración de la urbe. Hasta hoy buscan apoyo.
Quito cuenta con unas 30 mil personas registradas con discapacidad visual y en este momento la Escuela ya tiene 10 solicitudes para entregar un perro guía.

Los animalitos son rescatados en la calle, se los ficha si cumplen el estándar: entre 10 y 18 meses, de 20 a 30 kilos, que estén sanos y tengan todas las piezas dentales, que sean sociables y tengan alegría.

Una vez con el visto bueno, pasan a formar parte de la Escuela y se demoran entre cinco a ocho meses en entrenarlos. A Max lo encontraron por el sector de Mastodontes y de allí lo adiestraron; ese proceso cuesta unos USD 12 000.
Ese valor asume la Escuela, así que las empresas públicas y privadas puede colaborar para que se entrene a más perros.

Actualmente se está formando a dos perros más: Berlín y Dallas. Estos animalitos también fueron abandonados, en la autopista General Rumiñahui. Entre noviembre y diciembre serán entregados a sus nuevos dueños. Estos canes de trabajo pueden vivir entre ocho y 12 años. Una vez que salen de la veterinaria pasan a Puembo, donde se ofrece una educación básica, luego los trasladan a la casa de la entrenadora, Valeria Chung.

Cuando la entrenadora saca al perro a la calle le enseña todos los escenarios de la ciudad, lugares con ruidos, pitos, gritos, obstáculos… para que identifique lugares. Cada semana aumentan los estímulos, no solo un centro comercial.

A estos trabajadores se les identifica por su capa y su arnés. Si los encuentra en la calle, no les vaya a acariciar, menos a darle comida. Podría causar un accidente.