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4 de mayo de 2018 09:24

El Palacio de Najas lava su cara

Las obras en el edificio de casi un siglo avanzan para abrirlo al público. Fotos: Betty Beltrán / ÚN

Las obras en el edificio de casi un siglo avanzan para abrirlo al público. Fotos: Betty Beltrán / ÚN

Betty Beltrán

En algún momento de la historia, el Palacio de Najas fungió como la casa Presidencial, luego la Cancillería tomo posesión del predio levantado hacia 1923. Con casi 100 años de antigüedad, actualmente se realiza el mantenimiento de algunos espacios.

La intervención era urgente porque, por ejemplo, los pisos de los tres salones emblemáticos no solo rechinaban sino que eran inestables y daba la impresión de caminar sobre olas. Las más perjudicadas: las damas que, con tacones agujas, hacían malabares para no caer.

Las cuadrillas de obreros apuran las manos porque la obra debe entregarse el 30 de junio. En esa fecha se hará la inauguración oficial y el ciudadano tendrá acceso a este palacete que, inicialmente, fue propiedad del comerciante libanés Josep Constantino Najas.

Su esposa era francesa y para hacerle un homenaje, los jardines se hicieron con un estilo de aquel país europeo. Al momento, ese espacio también cambia de cara, tanto que los 60 parqueaderos que estaban alrededor desaparecieron.

Todo con la idea de ampliar el parque. Para ello se levanta un sendero de 2,5 metros de ancho en todo el perímetro del antiguo parqueadero. El cerramiento a media altura se abrirá a las calles Carrión y Páez.

La incorporación de verjas de hierro generará una transparencia desde afuera, para que la gente lo pueda admirar. Y durante el día se tendrá acceso a las áreas verdes y se podrá usar su pérgola que estará en la esquina suroriental.

Todo se guapea en el palacio para recibir a los futuros visitantes.

Todo se guapea en el palacio para recibir a los futuros visitantes.

También podrán ingresar a los salones protocolares. Habrá visitas guiadas, con acceso a la mapoteca que guarda tesoros de la cartografía nacional, comentó Esteban Morán, asesor del Ministerio de Relaciones Exteriores.

Las obras arrancaron la primera semana de marzo, por un convenio entre el Municipio de Quito y la Cancillería. El Estado compró el predio en 1943.  La primera intervención se hizo en 1948, cuando hubo una alteración importante considerando también que la actual av. 10 de Agosto se ensanchó y el inmueble perdió el 50% de su infraestructura.

Solo quedaron los enormes salones del palacio: Los Próceres (para eventos masivos), Espejos (reuniones con embajadores) y Los Presidentes (citas de Gobierno); allí se están consolidando los entrepisos, reforzamiento del entramado, cogiendo algunas fisuras y mantenimiento de toda la madera.

Ya para el año 1958, justo cuando se armó un congreso de cancilleres, se realizó la ampliación de lo que quedó del palacio. Y en esa ala semimoderna es donde se ubican, en la actualidad, las oficinas de la Cancillería.

La rehabilitación también es de la cubierta en mansarda (ventana en el techo), el color que estaba antes de la intervención era verde y la están cambiando por terracota. A lo largo de los años, el techo tuvo el color rojizo, café, verde…

Cuando las obras concluyan por completo, con toda confianza podrá visitar el inmueble patrimonial e ingresar por la escalera tipo imperial y caminar sobre el piso de cedro de sus bellos salones.

Y rememorar aquellos agasajos que se escenificaban, allá por la década de los 20, con la ‘crema y nata’ de la ‘Carita de Dios’. El jolgorio duraba varios días, cuentan.