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8 de diciembre de 2017 08:52

Obrero fallecido era padre y madre de sus 3 ñaños

A las labores de búsqueda se sumaron especialistas del GOE. Foto: Betty Beltrán / ÚN

A las labores de búsqueda se sumaron especialistas del GOE. Foto: Betty Beltrán / ÚN

Betty Beltrán

Tenía 58 años y era de Píllaro (Tungurahua). El cuerpo de Jorge Taboada Barriga, operario de un ‘bulldozer’, apareció la tarde de ayer, 7 de diciembre del 2017, muy cerca de la zona donde se produjo el flujo de lodo que ocasionó el daño del canal de agua del río Pita.

En la desgracia, que ocurrió el martes a las 23:23, también fueron afectados dos operarios más de la firma contratista, cuyo trabajo es compactar la tierra en la escombrera de El Troje, ubicado en la av. Simón Bolívar, a la altura del Parque Metropolitano del Sur.

Ellos fueron rescatados tras dos horas de tareas. Para encontrar a Jorge la tarea se extendió por muchísimas horas más. Dos de sus hermanos, Guido y Fernando, se vinieron volados a Quito para apersonarse de la búsqueda. Y “no nos marcharemos sin el cuerpo de nuestro ñaño; además, mi mamita (de 80 años) quiere verlo por última vez”, decía Guido.

Cuando hizo memoria, sus emociones hicieron agua. Se limpió los ojos y mencionó que su hermano, el segundo de los cuatro, era el que siempre estaba pendiente de todos y de todo.

Muy querendón de la madre (Rosa Barriga), y en los últimos tiempo mucho más. Todo porque hace tres meses ella perdió a su esposo y estaba muy sensible. Así que cada vez que Jorge libraba de trabajar, iba dos días a Píllaro y otros dos, a Macas.

En esta última ciudad amazónica tenía su residencia: allí vivía junto a su esposa (María Ayaicu) y su hija de 10 años (Elizabet). Era un gran padre y esposo, contó Guido.

Y también un gran hermano: “Era padre y madre para sus tres ñaños. Y ahora nos quedamos huérfanos de su ayuda, de su atención, de su cariño. Los cuatro hermanos, le juro, éramos como ser uno solo. Muy allegados, muy solidarios”, agregó.

Hace unos 10 meses, Jorge hizo sus maletas y se vino hasta Quito porque le salió un buen empleo en lo que le gustó hacer desde guambra. Alquiló un departamento por el sector de Rancho Los Pinos, cerca del lugar de su nuevo empleo.
No vivía solo, la vivienda la compartió con otros amigos que también operaban la maquinaría pesada de la contratista.

Tiempo atrás, laboró en la Amazonía. “Él construyó carreteras, trabajó en compañías petroleras y jamás le pasó nada malo. Era especialista de bulldozer y hasta supervisor de maquinaria”, agregó Guido.

Fernando, el hermano menor, fue el último que habló con Jorge. Le había dicho que ya se pondrá de acuerdo para organizar las fiestas que se avecinaban: Navidad y Diablada de Píllaro.

Entrada la tarde de ayer, el GOE de la Policía Nacional llegó al punto y entre cinco uniformados y dos perros comenzaron las acciones de búsqueda. Guido se sintió aliviado y agradecido.

Los uniformados especialistas en búsquedas se sumaron a un equipo de Bomberos Quito que, con anterioridad, hacían frenéticas búsquedas del trabajador.

Antes de encontrarlo, el hermano de Jorge rogaba que esa tarea dé frutos, porque no tenía cara para volver a Píllaro sin su ñaño y enfrentar a su madre, quien no se cansaba de rogar a la Virgen que “le devuelvan a su hijo más querido”.