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4 de octubre de 2019 10:11

Negocios del Centro de Quito sí abrieron

Varias peluquerías sí abrieron para no perder el día de trabajo. Foto: Betty Beltrán / ÚN

Varias peluquerías sí abrieron para no perder el día de trabajo. Foto: Betty Beltrán / ÚN

Redacción Últimas Noticias
(I)

Con su mercancía a cuestas, Elena Tipán caminaba la mañana de ayer, 3 de octubre del 2019, por la calle Guayaquil, entre Olmedo y Manabí. No le importó que, a eso de las 10:00, en buena parte del Centro de Quito se habían concentrado las protestas de universitarios para reclamar por las medidas económicas dispuestas por el Gobierno.

La mujer de 35 años ofrecía licras a USD 5. Y hasta esa hora solo había vendido una prenda. Por eso, aseguró, caminaría por las zonas donde observe mayor cantidad de personas para ver si el negocio mejoraba.

Eso de las bombas y de las llantas quemadas no asustaba a la vendedora. Agregó que en las manifestaciones, por experiencia, se vende “más o menos”. Y con eso “al menos se tiene para la comida del día”.

Eso mismo contó Isabel Urrea, propietaria del salón de belleza Sarai, y agregó que “hay que trabajar pese a las complicaciones que una movilización implica, pues como no tenemos sueldo fijo hay que reunir para la comida y el arriendo de los locales”.

Su local está ubicado en la Guayaquil y Briceño y hasta el mediodía de ayer había atendido a dos mujeres que se pintaron el cabello, también realizó dos cortes y un peinado. O sea, más de lo acostumbrado.

Si la cosa se ponía más problemática, ahí sí de ley iba a bajar la puerta y cerrará por fuerza mayor. Pero, puntualizó, eso no ha ocurrido ni siquiera cuando el miércoles 2 de octubre por la noche los guambras del Mejía se dedicaron a protestar.

Rosa Chicaiza, propietaria de las Fritadas Sarita (Gran Colombia y Elizalde), también atendió a su clientela normalmente. Contó que los manifestantes mejor le hacen el gasto y su ingreso diario sube hasta un 5%.

Aseguró que en sus 23 años de negocio solo ha cerrado dos veces: en la época de Jamil Mahuad, no trabajó tres días; y en el tiempo de Abdalá Bucarám, un chulla día.

Y eso no quiere decir, acotó, que las manifestaciones hayan sido pocas. Por el contrario, Chicaiza aseguró que han sido hartas, pero cuando su negocio se llena de gas lacrimógeno suele quemar palo santo con romero y problema terminado.

Las bullas, agregó, no le asustan. Al contrario, es una oportunidad de vender más, así que sale nomás.