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5 de febrero de 2020 11:30

¿Dónde está Miguel de Santiago?

Para ir a la cripta hay que bajar, desde la Sala Capitular de San Agustín. Fotos: Ana Guerrero / ÚN

En la lápida se recuerda a los mártires del 2 de Agosto de 1810. Fotos: Ana Guerrero / ÚN

Ana Guerrero
(I)

Al levantar una cubierta de madera y descender por unas gradas estrechas, se encuentra la cripta Agustina. En este espacio, resguardado por dos cruces, bajo la Sala Capitular del convento de San Agustín, el de la Chile y Guayaquil, descansan los restos del ícono de la Escuela Quiteña: Miguel de Santiago.

En su momento, la congregación religiosa encomendó al pintor una serie de cuadros de gran formato sobre la vida de San Agustín. Desde ahí le tomaron cariño y hasta ahora se conservan las pinturas que hizo, en el claustro bajo del Centro de Quito.

Claro que no todas las piezas (más de 40) pueden ser atribuidas al artista, pues, por el tamaño del encargo, de ley contó con ayudantes. Sin embargo, sin duda, las figuras principales se acreditan al pincel de Miguel de Santiago, cuyo año de nacimiento no se sabe con certeza. Sin embargo, se han propuesto entre 1625 y 1633. Para la mayoría de historiadores, el año más valedero sería este último.

En su testamento, fechado el 31 de diciembre de 1705 y conservado en el Archivo Nacional de Historia, el pintor clarito dice que una de sus últimas voluntades es que su cuerpo sea sepultado en la iglesia del “Gran Padre San Agustín”.

María José Galarza, guía del convento de San Agustín, relata que para cumplir con el pedido, debido a la gran estima que le tenían, los religiosos gestionaron directamente con el Vaticano. En esa época, apunta, estaba a la cabeza el papa Clemente XI.

Para ir a la cripta hay que bajar, desde la Sala Capitular de San Agustín.

Para ir a la cripta hay que bajar, desde la Sala Capitular de San Agustín.

La autorización era necesaria debido a que la cripta estaba destinada solo para los miembros de la congregación. Y el pintor no era un miembro de ella.

El trámite se realizó cuando Miguel de Santiago aún estaba con vida, pero ya con la salud mermada. Él falleció, como se detalla en una placa al pie de su obra pictórica, en el claustro, el 4 de enero de 1706.

Su voluntad se cumplió e incluso fue sepultado con los hábitos agustinos, con una cruz sobre el pecho.

El pintor descansa en el nicho principal, junto a agustinos y próceres de la independencia. No ve que años más tarde de la muerte de Miguel de Santiago, la comunidad hizo una segunda concesión, para los patriotas que murieron en la masacre de Quito.

En la lápida que resguarda el sepulcro se distingue: “A la memoria de los próceres del 10 de agosto 1809 y 2 de agosto 1810”. Galarza menciona que se hace alusión a las dos fechas en la placa, pero, recuerda, la masacre fue de la segunda.

Los cuerpos que los religiosos hallaron fuera de la iglesia y en otros puntos en ese día fatal fueron sepultados en la cripta.

Pero no hay una placa que diga que allí está el cuerpo del gran pintor. Galarza explica que, probablemente, el nombre de Miguel de Santiago no está en el sitio porque en el sistema que tenían los religiosos a la hora del último adiós, no debían constar los distintivos. Y él fue considerado como parte de la orden, sin serlo.

El espacio donde descansa el artista se abre una vez al año, cada 2 de agosto, excepto si cae un domingo.

Este mes, el Instituto Nacional de Patrimonio Cultural lanzará una agenda de actividades para destacar el legado del pintor y compartir los resultados de la investigación que realizaron a su obra, durante cuatro años. Se incluirá la restauración, puertas abiertas, de uno de sus lienzos.