placeholder
Las Últimas
10 de julio de 2019 09:31

Meseros ‘capos’ ponen ñeque

Un grupo de jóvenes con síndrome de Down pone atención a las instrucciones de su maestro para arreglar una mesa según dictan las normas de etiqueta. Foto: Ana Guerrero / ÚN

Un grupo de jóvenes con síndrome de Down pone atención a las instrucciones de su maestro para arreglar una mesa según dictan las normas de etiqueta. Foto: Ana Guerrero / ÚN

Ana Guerrero

Dar dignidad a través del trabajo. Esa es la bandera del programa que apoya a personas con síndrome de Down. El objetivo: que sean parte del mundo laboral. Salen expertos y certificados como ayudantes de meseros profesionales.

Recién nomás se graduó la tercera promoción de estudiantes del programa ‘Be Just’, que nació con un plan piloto en octubre del 2016. En marzo del 2017 se abrió oficialmente con cuatro estudiantes y un facilitador. Actualmente son 13 estudiantes.

Andrés, Melanie y María José son parte del programa. Al igual que sus compañeros, ya están filitos a la hora de colocar una mesa caché y, claro está, saben con santo y seña las normas a la hora de servir a un cliente.

En el grupo de estudiantes, sobran las ganas de aprender y el entusiasmo por una cercana graduación. Basta con asistir a una clase. Ellos son parte de las capacitaciones que brindan profesores de planta y voluntarios los lunes, martes y jueves de 09:00 a 17:30.

José Luis Benítez, director de ‘Be Just’, adelanta las buenas noticias: además de las capacitaciones (que duran cinco meses y medio, más las prácticas y el apoyo para conseguir una plaza de trabajo), se abre el camino a los emprendedores.

Así mismito. La iniciativa se amplía a manera de franquicia, para que los estudiantes puedan apuntar a ser dueños de un ‘Café justo’ y ya no sólo tener empleo, sino también abrir plazas laborales.

La primera cafetería en la mira es la de Andrés Guillén, un estudiante de 20 años y quien está realizando prácticas en un hotel de la capital. Con el apoyo del programa, otras entidades y el acolite de los padres del joven, la meta es abrir la franquicia.

José Luis cuenta que lo más seguro es que el negocio se instale en la plataforma gubernamental del norte de Quito. Así que estará pilas para que se tome un buen café y, además, acolite a la iniciativa.

Para que los futuros trabajadores estén bien preparados, cuenta David Armas, coordinador técnico, los estudiantes reciben conocimientos teóricos y prácticos. Pasan por tres ciclos: inicial, intermedio y avanzado. Los más duchos tienen un uniforme distintivo. De hecho, si usted tiene un evento ya están listos para ser contratados.

En el proceso, que se lleva a cabo en la casa ubicada en las calles Roca y Juan León Mera, acolitan voluntarios. Si quiere apoyar, se abrirá una nueva convocatoria. Isabel Almeida, coordinadora general del programa, explica que hay que enviar una hoja de vida a bejust@alianzaydesarrollo.com.

También es bienvenido el apoyo de las empresas ya sean públicas o privadas. Y tan agradecidos son en el programa que en la sede hasta hay un árbol del acolite. En este se encuentran los distintivos de cada uno de los aportantes.

Además de ser parte de las ramas de la ayuda, puede llevarse la satisfacción de impulsar el trabajo de ‘Be Just’ y, de esta forma, que más personas de 19 años en adelante con este tipo de capacidades diferentes puedan seguir teniendo su título con el respectivo registro de la Senescyt.

Y aunque ‘Be Just’ nació orientado a las personas con síndrome de Down, ya se han unido personas con discapacidad auditiva, como parte de un plan piloto para tener cada vez más beneficiarios.