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9 de julio de 2020 17:18

La Loma emprende con fe

Geraldina Benítez es la dueña de la sastrería más famosa de la Loma Grande. Fotos: Cortesía

Geraldina Benítez es la dueña de la sastrería más famosa de la Loma Grande. Fotos: Cortesía

Betty Beltrán. (I)

El tema de la cuarentena avivó el espíritu emprendedor de los vecinos del barrio Loma Grande, ubicado en el Centro Histórico de Quito. El que menos se lanzó al agua y puso a prueba sus habilidades y sus destrezas, y nacieron negocios ‘online’.

De eso hace tres meses, pero solo hace dos que a esos lanzados comerciantes se les ocurrió hacer publicidad en la página del Colectivo Mi Loma Grande, una agrupación encargada de desempolvar la historia y la memoria de la vecindad y que tiene harta hinchada.

Sin embargo, el intento se quedó en eso porque una de las reglas del Colectivo es no tener ese tipo de anuncios. “Pero, como los pedidos aumentaban se generó otra página que se llama Trueque o venta”, cuenta Marco Rubio, líder de ese sector de la ciudad.

En esa página pueden nomás publicar sus productos, los servicios que ofrecen. O si alguien quiere apostar por el trueque, ahí está el espacio abierto. Y ha sido todo un éxito porque a diario hay publicaciones en el Facebook:

truequeoventa/milomagrande, o directamente en la página web Mi Loma Grande que tiene un apartado para este tipo de clasificados.Las ofertas son de todo un poco, desde lácteos hasta mascarillas, transporte, contabilidad, masajes, pizzas… Eso sí, los que se apuntan deben cumplir tres requisitos básicos: ser de la Loma Grande, poner clarito los contactos y la dirección, y explicar con buena letra qué venden. Últimamente hasta de otros lares están en ese espacio.

Rubio insiste que su Colectivo se dedica a rescatar la historia y la memoria del barrio, pero ante las circunstancias se vio obligado a generar estos espacios para que la comunidad se ayude. Los inicios de esta pandemia fueron muy duros y la comunidad les alertó de que debían dar una mano a la vecindad.

Marco Rubio, del Colectivo Mi Loma Grande, administra la web de trueques. Eduardo Terán / ÚN

Marco Rubio, del Colectivo Mi Loma Grande, administra la web de trueques. Eduardo Terán / ÚN

Porque la crisis se mostraba honda, tanto que algunos negocios del lugar, para no extinguirse, tuvieron que cambiar el giro; aquello le ocurrió, añade Rubio, a la vecina que vendía tortillas con caucara y pasó ahora a ofertar pan.

Otros comercios tradicionales tuvieron que hacer una pausa y retornar unos meses después. La sastrería del barrio, un icono del lugar, echó candado a la puerta al día siguiente de declarar el estado de emergencia sanitaria a consecuencia del covid-19 y lo reabrió hace dos semanas.

Y a empezar de cero, incluso a recobrar sus antiguos clientes, apunta Geraldina Benítez, de 52 años. Ella aclara que lo hizo con todas las medidas de bioseguirdad y a ver qué obra caía. En los primeros días ni el mosco entraba, “porque la vecindad aún no sale de sus casas”, apostilla.

Al cabo de unos días ya le llegaron dos que tres obras muy sencillas, como subir las bastas de pantalones. El movimiento de antes, que incluía confeccionar ternos y abrigos, tardará en llegar; mientras tanto se apaña con lo que hay.

Este negocio es uno de los más antiguos de esta parte del Centro Histórico, con más de 60 años de funcionamiento; primero le perteneció a don Ángel Guamba y luego pasó a manos de Miguel Benítez, padre de Geraldina. En todo ese tiempo jamás se había cerrado tantos días.

Otros negocios cerraron inevitablemente, como la zapatería del barrio. Pero, asimismo, otros nacieron con arrojo. En la parte baja de la Loma Grande, menciona Rubio, unas jóvenes universitarias emprendieron un negocio de mascarillas que van a juego con el cintillo del cabello. Ellas no olvidan la moda que impuso la pandemia.