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10 de enero de 2019 10:20

Leche de chiva se vende en barrios del sur de Quito

Las chivitas en el sector de El Edén. Foto: Betty Beltrán / ÚN

Las chivitas en el sector de El Edén. Foto: Betty Beltrán / ÚN

Betty Beltrán
(I)

Se llaman Violeta, Leche-chocolate y Gorda. Son chivas bien educadas porque caminan detrás de su dueña buscando, por varios barrios del sur-oriente de Quito, a clientes que beban su leche.

No hay ninguna validación científica, pero algunos vecinos creen que ese producto alivia dolencias respiratorias: “Es santo remedio para alejar la tos; mis papacitos solían darnos esa leche, pero antes la calentaban con hojas de eucalipto tierno”, comenta Zoila Gómez.

La mujer de 83 años compró un vaso grande de ese producto. El costo: USD 1,50; el pequeño está en USD 0,75. Y si compra más vasos, hay una yapa bien generosa.

Jenny Guayo es la propietaria de las chivas en mención y jura que esa leche alivia, a más de la tos, la gripe, la anemia y que tiene harto calcio.

Es que, agrega, sus chivas no se alimentan con cualquier cosa: comen hierbas de monte; o sea, eucalipto, hierba mora, tilo, menta… Infinidad de plantas del bosque que son buenazas y que la mayoría de gente no conoce porque no es criada en el campo, sentencia.

A las 05:00 ya está de pie para lavar, con agua caliente, las ubres de las chivas que duermen en los corrales, ubicados en el Puente Tres de la autopista General Rumiñahui (valle de Los Chillos). Luego contrata una camioneta para trasladarlas hasta el barrio Alma Lojana, pues desde allí comienza el recorrido que dura hasta las 09:00.

A esa hora las chivas dejan de trabajar porque, cuenta Jenny, primero ya no tienen leche y segundo, porque a los animales se los lleva a pastar en el monte hasta las 16:00. “Ellas ya saben su horario, si parecen cristianas”, acota la mujer que ejerce este oficio desde hace ocho años.

Su abuelita, que tiene 90 años, fue la pionera en vender ese tipo de leche en los mercados de Quito, cuenta. Toda su familia se crió en el sector de la Loma de Puengasí y desde allí se han repartido por varios sectores de la capital.

Entre toda la parentela tendrán unas 70 chivas; venden por todo lado, incluso en los mercados Chiriyacu y en el Mayorista, afirma. A ella le tocó la zona sur-oriental de la ciudad; así que los lunes y viernes rodea los barrios Alma Lojana, Edén (desde el I hasta el V), 14 de Diciembre, Collacoto y los sectores de El Desvío y del Peaje.

El resto de días labora por la Lucha de los Pobres, San Martín de Porras… También llega a Conocoto, junto con una cuñada; y con su suegra, se va por el sur. Trabaja de domingo a domingo, porque si se les deja con la leche a las cabras les da mastitis.

Y ¿cuándo se seca la leche de las chivas? Jenny sonríe con gusto y comenta que posiblemente en dos años porque “esta raza es española (Sáenz) y es bien lechera”. El señor que le vendió las crías es de Ibarra y él, a su vez, compra a la madre en la Península Ibérica, según afirma.

Por eso, la Violeta, la Leche-chocolate y la Gorda tienen para largo leche, porque encima solo han tenido dos partos y, en promedio, llegan a ocho.

¿Es buena la leche? Las especialistas dan dos consejos: hay que hervirla y no exagerar el consumo de esta leche. Todas las leches brindan un aporte de calcio, lo fundamental es tener en cuenta el aseo del animal y el momento de su expendio porque puede haber problemas de contaminación, comenta Geovanna Sarauz, nutricionista del Centro de Salud del Centro Histórico.

Sugiere que cuando se compra un producto siempre hay que fijarse en la presentación de la persona que lo está vendiendo; por ejemplo, debe estar con las manos bien lavadas, no tener uñas largas, y en relación a las ubres de los animales que estén siempre limpias y que la leche sea sacada con guantes. Una buena asepsia.

También sería bueno hervir el producto y tomárselo lo más pronto posible para que no se dañe y pierda los nutrientes que aporta la leche de cabra que, indica la especialista, es recomendable para personas que tienen problemas digestivos.

Esta leche contiene un menor índice glucémico para los diabéticos, menor colesterol y más vitaminas y minerales. Además, la calidad de leche de un animal que está en el campo es mejor a la que está encerrado y brinda más vitaminas y minerales.