placeholder
Las Últimas
31 de octubre de 2019 13:35

San José del Inca, entre yumbos y novenas

No hay domingo que los moradores de San José del Inca no acudan a la iglesia. En ese lugar también sesionan para hablar sobre lo bueno y lo malo del barrio. Foto: Julio Estrella / ÚN

No hay domingo que los moradores de San José del Inca no acudan a la iglesia. En ese lugar también sesionan para hablar sobre lo bueno y lo malo del barrio. Foto: Julio Estrella / ÚN

Betty Beltrán
(I)

Los vecinos de San José del Inca, en el norte de Quito, son bien alhajas, y se llevan entre todos. Además, están empeñados en no dejar morir su fiesta grande, aquella que se realiza en marzo. Es tan popular que el jolgorio se vive en cada rincón y hasta los yumbos salen a bailar.

La celebración se centra en la iglesia, ubicada en la esquina de las calles De las Brevas y Mariano Coronel. Los disfrazados y la banda recorren las calles del barrio. Últimamente, se sumaron más personajes: capariches, molecañas, payasos, carishinas…

Antes, esa fiesta era más nombrada; todo el barrio participaba con vacas locas, chigualos… Luz María Simbaña recuerda que su papacito tenía varios disfraces en fila.

En Navidad, los de San José también celebran a lo grande. Comienza con las novenas que se realizan en los distintos sectores, cuenta Sonia Balseca. No faltan los priostes y la jocha.

“Lindo es vivir aquí”, coinciden los habitantes. Es que todos se conocen, incluso los de la tercera generación, están en las buenas y en las malas. En las pasadas protestas estaban unidos, y formaron brigadas.

Antes que se pueble la zona, todo era puro eucalipto, rememora María Tupiza. Era difícil entrar, porque el camino estaba lleno de raíces. Esas “venas” se notaban clarito, admite. Y añade que las casas de cemento se levantaron 60 años atrás.

El origen del nombre

Antes de llamarse San José del Inca, a esa zona del norte del Distrito Metropolitano de Quito se la conocía como Cochaloma, en honor a los antepasados, dice su presidente José Lincango. Cuenta que la actual denominación se debe a la fusión del nombre de un santo católico (San José) y a la estirpe aborigen (Inca). Ese cambio fue por la década del 40.

Por esos años, todos los sectores de por ahí se nombraron con los apelativos de los santos. El primer barrio en aparecer fue San Isidro del Inca (que está ubicado más al norte), luego surgió San José del Inca y casi enseguida, San Miguel de Amagasí del Inca.

Esa zona era un bosque enorme de eucaliptos y tradiciones, y pese a los años, se mantiene el priostazgo y la jocha. Los nativos de esos lares eran de las familias Lincango, Condo, Tupiza, Simbaña… Una gran comunidad.

El lugar emblemático

La iglesia ocupó el lugar de El Trébol

Redacción Últimas Noticias (I)

La iglesia de San José del Inca es el lugar más emblemático del sector, y al cual toda la vecindad acude. Antes era bien chiquita, como una capillita antigua; ni curita había, así que el padre de La Concepción aparecía, montado en caballo, para oficiar la misa de domingo, cuenta Luz María Simbaña.

En esa chulla misa había harto devoto, por eso era urgente agrandar el espacio. La vecina Simbaña asegura que por ahí se donó un terreno y se levantó el actual templo. El trabajo se hizo con mingas.

La iglesia es el punto de encuentro barrial. Foto: Julio Estrella / ÚN

La iglesia es el punto de encuentro barrial. Foto: Julio Estrella / ÚN

Los devotos siguen fieles a las eucaristías, sobre todo las del domingo (mañana, tarde y noche). Ahí mismo se bautizan y se casan los vecinos de la barriada, aunque en algunos casos el curita va a la casa de los festejantes.

Cuando recién se pobló la zona, el lugar emblemático fue El Trébol, que se ubicaba frente a la calle empedrada de Las Palmeras. Eran los años 60.

Se parecía a un parque, lleno de árboles frondosos y adonde acudía toda la gente para hacer deporte. Allí se hicieron dos canchas: una para el voleibol y otra para el fútbol. Pero por los años 80, dice José Lincango, presidente del barrio, “nos quedamos sin ese espacio verde”.

A la escuela del sector también le tienen cariño, porque “se luchó mucho para que se concrete, andábamos en comisiones”, cuenta María Tupiza. Se fundó como escuela de la Unión Nacional de Periodistas, y actualmente se llama Abraham Lincoln.

El personaje

Emprendedor nato y excelente dirigente

Redacción Últimas Noticias (I)

Es el más chistoso de la jorga y el más empeñoso. Siempre está pensando en mejorar el bienestar del barrio. Se llama Luis Enrique Lincango, más conocido como ‘El Goloso’. Ese mote lo lleva porque, por la década de los 60, se puso un negocio de comida preparada y lo llamó así.

Tiene 78 años y es nativo del barrio San José del Inca. Tuvo 10 hermanos, pero todos fallecieron porque, en aquel tiempo, no hubo medicina que les curara sus males.

Pasó el tiempo y se dedicó al pastoreo de las vacas de su abuelita; durante esas jornadas largas y silenciosas no dejaba de pensar cómo abrazar el oficio de su papá (cocinero de Velasco Ibarra).

Luis Enrique Lincango, a sus 78 años, sigue procurando las obras para su barrio. En las fiestas de marzo, baila con los disfraces de antaño. Foto: Julio Estrella / ÚN

Luis Enrique Lincango, a sus 78 años, sigue procurando las obras para su barrio. En las fiestas de marzo, baila con los disfraces de antaño. Foto: Julio Estrella / ÚN

Cuando tuvo más de 20 años, se le prendió el foco y se puso su local de comida preparada frente a un lugar donde, casi a diario, se concentraba la vecindad para hacer deporte. El Goloso está en Las Palmeras y Tulipanes. Sus siete hijos también le ayudaron en ese emprendimiento, el primero del barrio.

Por eso no fue raro que por varias ocasiones sea dirigente barrial y deportivo, y se puso sobre sus hombros varios proyectos. Fue el eterno presidente del equipo Las Palmeras.

También fue conductor fundador de la cooperativa de buses Reina de Quito, cuando existía la ruta Tejar-El Inca.

Pese a sus años, sigue activo y buscando las mejoras para San José. Y para mantenerse ‘papelito’ bebe agüitas medicinales.

La hueca

Fritadas del Inca, pionero de sabor

Redacción Últimas Noticias (I)

Hay muchas huecas en San José del Inca, pero el negocio Fritadas del Inca es uno de los más emblemáticos y no solo por su medio siglo de vida, sino también por su sazón y el buen trato a su clientela.

El local está en plena avenida El Inca E11-45 y calle De las Toronjas (diagonal a la gasolinera Puma). Se especializa en la jugosita fritada, pero también en otros platos típicos: caldo de gallina, menudo, seco de chivo, guatita, seco de pollo…

El local está ubicado en El Inca y De las Toronjas. Foto: Betty Beltrán / ÚN

El local está ubicado en El Inca y De las Toronjas. Foto: Betty Beltrán / ÚN

Ni bien aclara el día, sus comensales ya están probando esas delicias. La atención es de lunes a viernes, de 07:30 a 21:00; y los fines de semana, de 07:30 a 17:00.

Hugo Yáñez, el actual propietario del negocio, recuerda que todo empezó hace 50 años, cuando su madrecita se vino por estos lares y dejó la casa de la Flores y Mejía (Centro de Quito). En aquella época, El Inca era campo, con una sola calle empedrada y a sus costados llena de claveles y maíz.

Una vez instalados en su nuevo hogar, en el patio de la casita de adobe se levantó el horno de leña y allí, toda la familia metía mano para cocinar la fritada; la clientela no tardó en llegar y, hasta el sol de hoy, es fiel a la marca.

La intención ahora es extender el negocio y poner sucursales de Fritadas del Inca, y siempre con la buena calidad de los productos que se traen directamente desde Machachi. Porque, puntualiza Yánez, la consigna es ofrecer todo lo mejor al cliente.