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24 de abril de 2020 11:28

Huertos de casa reverdecen durante la cuarentena

Ana Marcela García, quien viven en San Isidro de El Inca, cuida su sembrío

Ana Marcela García, quien viven en San Isidro de El Inca, cuida su sembrío. Foto: Cortesía

Betty Beltrán

En un ‘cuchito’ del patio, en macetas, jardines o en archivadores… Todo vale para que los huertos del hogar aumenten en este tiempo de cuarentena. Los vecinos de tres sectores de Quito se han dado a esa tarea porque, como dicen, “nos pueden salvar de alguna urgencia”.

Con todas las plantas medicinales que tiene Olger Calvopiña, vecino del barrio Edén del Valle 3 (en el centro-oriente de la ciudad), no le hace falta ir a la tienda a comprar los sobres de ‘aguas de vieja’. Solo sube a la terraza y arranca unas hojitas de toronjil, para los nervios; también tiene hierbaluisa, llantén, hierbabuena, menta, ortiga…

En otras macetas que están en el patio de atrás de la casa, ha plantado tomate, cilantro, apio… Las cosechas de esas siembras están en veremos, pues recién -en los primeros días de esta cuarentena- las plantó.

Lo hace porque, a más de surtir en algo su refrigeradora, le corta el estrés que ha aflorado en estos tiempos. “Como loquito, suelo hablarles a mis plantas cuando les pongo agüita. Es muy relajante”, acota Calvopiña.

En ese mismo punto de la casa tiene un árbol de higo que, dos veces al año, da frutos. Como este año dio harto, regaló a los vecinos. Y con el resto hizo dulce de higo que hasta ahora tiene. Las matas de uvillas y tomate de árbol también son ‘cargadoras’.

Una vez que salgamos de esta emergencia, promete que comprará más macetas para sembrar otros productos. Aunque, pensándolo bien, agrega, buscará cosas que ya no sirven para reusar y sembrar allí.

Eso mismo hizo Lucy García, vecina de La Armenia. Hace 10 años tiene un huerto frutal, pero con el tema de la cuarentena extendió su huerto con legumbres, verduras y hierbas medicinales.

Para la siembra solo usó las semillas que ella mismo sacó de los productos que usaba en la comida. Y como recipientes utilizó un archivador y unos cajones sobre una cama vieja. Lo primero que sembró fue arveja.

Se sumaron perejil, zanahoria, papanabo, albahaca morada y verde, cebolla blanca y perla, tomate cherry… Sobre el huerto casero de unos seis metros cuadrados, que está al aire libre, colocó un plástico con caída.

El trabajo para mantenerlo controlado no es del otro mundo, solo es cuestión de regar agua todas las mañanas y estar atenta a cualquier bicho que les pueda caer. Y si por ahí se enferman, Lucy hace inmediatamente su pócima mágica: mezcla de ajo, ají, chilca y albaca.

Con los productos que da su huerta de frutas se ahorra en la compra de aguacates, mandarinas y granadillas. Y le sobra para regalar a la parentela.

Los trucos de la buena siembra los aprendió hace unos cuatro años, en Agrupar de ConQuito, donde se dictan talleres y capacitaciones para emprendedores. Aunque, admite Lucy, mucho antes sembraba únicamente con el sentido común. La clave es poner una capa de escombros de la naturaleza, luego una de abono y la última de tierra negra.

Ana Marcela García, quien vive en San Isidro de El Inca, también tiene buena mano para la siembra. Hace cinco años tiene su huerta con limón, higos, aguacate, tomate de árbol, babaco, granadilla, naranjilla…y un montón de hierbas medicinales.

Hace unas semanas, en medio de la emergencia sanitaria, decidió ampliar su huerta con semillas de choclos y papas.

Y como tiene unos cuyes, el abono le sirve para tener bien cuidadas a sus plantas.
El mantenimiento a su huerta lo hace en medio del teletrabajo y los quehaceres diarios de la casa. Aunque el tiempo está más apretado, admite, siempre saca unos minutos para mimar a sus plantas y, de paso, compartir con la familia en pleno. Porque todos, grandes y chicos, meten mano para cuidar la huerta.