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13 de mayo de 2020 11:31

Huertos abastecen a vecinos

En Mis Golosinas crean productos artesanales en base de lo que cosechan.

En Mis Golosinas crean productos artesanales en base de lo que cosechan. Foto: Cortesía ConQuito Proyecto Agrupar

Ana Guerrero

El conocido dicho “de la mata a la olla” está vivito en barrios de Quito, a través de huertos urbanos. Durante la emergencia por el covid-19, varios de los productores han logrado abastecer, además de a sus hogares, a vecinos.

En el Distrito hay 1 460 huertos que forman parte del proyecto de Agricultura Urbana Agrupar, que llega a unas 4 500 personas por año. El 84% corresponde a mujeres que, en gran parte, son jefas de hogar. El objetivo: comer sano y también proyectar el huerto como una fuente de ingresos.

Se producen frutas, verduras, hortalizas y tienen animales, como cuyes y aves.
Alexandra Rodríguez, coordinadora de Agrupar, apunta que al menos el 43% de los huertos tiene posibilidades de comercialización de su producción.

Luz Trujillo es una de las agricultoras de la capital y ya tiene su emprendimiento: Mis Golosinas. Con sus productos elabora pan de papa, de chocho, de quinua, amaranto. En su catálogo están, además, galletas de los mismos sabores que el pan, alfajores, pasteles de higo, granola de amaranto, entre otros.

La mujer vendía sus productos, en gran medida, en bioferias que también son parte del proyecto. Estas se suspendieron por la emergencia. Pero, hasta su casa, en el barrio Pueblo Unido, llegan los clientes para solicitar el resultado final del huerto. Ella mantiene las medidas de seguridad.

La mujer, que es parte del huerto Las Chacareras, no es la única que ha vendido sus productos durante la emergencia y ha alimentado a su familia. En el mismo camino está Delia Mafla, del huerto Mujeres Emprendedoras. En su terreno, en el que trabajan en familia, cultivan acelgas, remolacha, rábanos, cebolla y más.

Elvira Pérez es parte del huerto denominado Don Panchito.

Elvira Pérez es parte del huerto denominado Don Panchito. Foto: Cortesía ConQuito Proyecto Agrupar


La moradora del barrio Hierba Buena destaca que el huerto les permite comer sano y, a la par, tener la opción de apoyar a los vecinos con precios justos.

Fanny Maisincho es del huerto Abejitas, del barrio San Pedro de La Tola, en la parroquia Checa. Su cultivo está distribuido en camas numeradas y riega por goteo. Al igual que sus colegas, trabaja la tierra en familia. Espinaca, zanahoria, acelga, brócoli y más. Hasta invernadero tiene, y espacios para gallinas y conejos.

Fanny destaca que en la emergencia el huerto ha sido de gran ayuda y han podido llegar a clientes para que también coman sano. Con mascarilla bien puesta atiende a los compradores que llegan hasta el terreno, donde también elaboran compost.

Por otro lado, en el huerto Tamia, en Pifo, hasta los guaguas aprenden sobre agricultura orgánica y sacan pecho con la cosecha de guapos rábanos. Y el mensaje es claro: incentivar para que cada vez más personas tengan acceso a sus alimentos. “No es necesario tener grandes extensiones de tierra para cultivar”. Hasta en el balcón hay chance.

Lo importante, comentan en Tamia, es “sentir que con tus propias manos puedes tener tus alimentos saludables”. De refilón, comparten que han fortalecido los lazos familiares.

Rodríguez explica que mientras dure la emergencia las personas pueden empezar a capacitarse o fortalecer los conocimientos a través de cursos virtuales, a través de la cuenta de Facebook de Agricultura Urbana Quito. Además, de manera regular suben a las redes videos tutoriales con temas como poda, siembra, preparación de la tierra, entre otros.

Para los cursos deben inscribirse en la red social. Quienes quieran tutoriales personalizados deben, luego de aprobar el curso, comunicarse con el técnico.

Antes de la emergencia, para entrarle al proyecto se requería un grupo de mínimo de cuatro personas, que contaran con un espacio de terreno (puede ser desde 1 m2 hasta 7 000 m2), dispusieran de dos a tres horas cada 15 días para recibir a un técnico.

La capacitación era de unos dos meses y hasta le daban asistencia técnica, con una visita mensual al huerto. Si no tenía panas, pero sí el espacio, la opción era acudir a las instalaciones de ConQuito (Carlos María de la Torre y Maldonado) para recibir el Curso Acelerado de Agricultura Orgánica. Eran cinco días de capacitaciones teóricas y prácticas, de 08:00 a 13:30, por cinco viernes o sábados.

Después de que pase la emergencia sanitaria se prevé retomar toda esta dinámica.