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4 de junio de 2018 06:41

Pacheco atacó y es bicampeón

Cristian Pacheco estuvo desde el inicio de la prueba en el pelotón de los punteros. En el km 13 se fue con todo y nadie pudo pararlo. Foto: Patricio Terán / ÚN

Cristian Pacheco estuvo desde el inicio de la prueba en el pelotón de los punteros. En el km 13 se fue con todo y nadie pudo pararlo. Foto: Patricio Terán / ÚN

Pablo Campos

Hay días en los que sabes que vas a ganar, que estás imparable. El domingo, 3 de junio del 2018, Cristian Pacheco, el atleta peruano nacido en Huancayo hace 25 años, tuvo esa sensación de victoria cuando se levantó de la cama, en el Hotel Best Western Plaza, en el norte de Quito.

“Si yo vengo aquí es para ganar, para dar pelea y ser protagonista. Desde la mañana tengo esa sensación y me quedé con la victoria”, dijo el huancaíno, completamente empapado en agua a su llegada a la meta del estadio Atahualpa.

El sol ya empezaba a hacerse notar cuando el bicampeón de la ÚLTIMAS 15K arribó al estadio Atahualpa. Pacheco se encontró con un numeroso grupo de periodistas en la línea de meta que le preguntaban sobre las claves de este nuevo triunfo en la capital.

Él respondía las inquietudes encogiéndose de hombros y hablando con su voz bajita, casi imperceptible.

El peruano hizo 45:26 minutos, según el tiempo del chip. El año pasado ganó la competencia haciendo los mismos 45 minutos, pero con 22 segundos menos.

¿Cuáles fueron las claves de la competencia?

La propuesta de Pacheco fue mantenerse en el pelotón puntero e ir midiendo y probando las fuerzas de sus competidores. El primer intento fue en el kilómetro 3 de la com­petencia. Se adelantó al grupo de élite y se mantuvo así dos kilómetros, hasta que el grupo de africanos, con sus largas zancadas, le dio alcance.

Entonces vino la segunda parte del plan del peruano, hermano de Raúl Pacheco, exanimador de la competencia quiteña: desde el km 8 -prácticamente la mitad de la competencia- decidió ponerse atrás de Daniel Muindi y Emere Reta para medir sus fuerzas.

Cada respiración, cada pisada de los rivales le daba una medición de cuánto combustible les quedaba a ellos. Esa es una técnica que le enseñó su mentor: Rodolfo Gómez.

A falta de 3 000 m para el final de la competencia, el peruano se dijo a sí mismo: este es el tiempo de atacar: aceleró el paso y se puso por delante de todos los demás, sin que sus rivales pudieran alcanzar su buen ritmo y su paso triunfante.

Pacheco es ligerito, tiene un hilito de voz y es introvertido. Sin embargo, esa imagen de cordero cambia cuando está en el asfalto: en el momento de elevar la velocidad y quedarse con la corona se vuelve inalcanzable. Es ligero como una pantera, es un feroz competidor que, desde ya, anuncia su llegada a Quito el próximo año para buscar el tricampeonato.

“Fue una competencia dura, más fuerte que la del año pasado. Me voy con la satisfacción del triunfo”.