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5 de diciembre de 2019 12:41

Las tres fundaciones españolas

Rumiñahui fue el líder militar de la resistencia indígena ante los conquistadores. Sebastián de Benalcázar fue el encargado de ejecutar la fundación de la villa.

Rumiñahui fue el líder militar de la resistencia indígena ante los conquistadores. Sebastián de Benalcázar fue el encargado de ejecutar la fundación de la villa.

(F-Contenido Intercultural)

Luego de la repartición del tesoro de Cajamarca (el que debía servir para el rescate de Atahualpa), Francisco Pizarro mandó a Sebastián de Benalcázar regresar a los asientos de San Miguel de Piura, y permanecer allí en calidad de Teniente Gobernador. En vez de acatar la orden, Benalcázar organizó una expedición hacia “las provincias” de Quito, con el propósito de buscar oro.

Esto coincidió con la noticia de que otro conquistador, Pedro de Alvarado, con unos 400 hombres, había desembarcado en las costas de Manabí y se dirigía hacia el mismo destino. La primera invasión española hacia Quito no tenía otro propósito que la búsqueda y el aseguramiento del botín en medio de una disputa entre conquistadores.

Benalcázar partió de San Miguel con unos 200 hombres y 80 caballos, probablemente a inicios de 1534. Tomó la ruta de la sierra y sin mayores obstáculos llegó a Tomebamba, en donde se aprovisionó y planificó la continuación de la marcha, esta vez en compañía de varios miles de aliados cañaris, cuya colaboración fue de extraordinaria importancia. Durante el resto de la jornada hacia Quito tuvo que enfrentar duros combates con la resistencia, y un indeclinable hostigamiento que desesperó a los conquistadores.

Luego de los hechos de Cajamarca, Rumiñahui asumió el liderazgo armado de la resistencia aborigen en la región norandina, denominada en las crónicas como región o provincias de Quito. La batalla de Tiocajas, uno de los enfrentamientos más cruentos, permite identificar a los participantes de la contienda: Rumiñahui y sus comandantes Zopazopangui, Chaquitinta, Quimbalumba, Razurazu, Nazacota, Jachoy Ati estaban en la resistencia nativa. Las fuerzas de Benalcázar y un considerable contingente de cañaris integraban la coalición invasora.

Las fuerzas invasoras llegaron a Quito en junio de 1534. La encontraron desolada. Rumiñahui se había adelantado para ocultar su riquezas, forzar su abandono y destruir lo que podía ser de interés para el conquistador. Si Rumiñahui no había podido detener a los españoles, sabía cómo frustrar su ambición.

Benalcázar, en su búsqueda frenética de oro, se trasladó a El Quinche y al no encontrar lo que buscaba perpetró como retaliación una horrenda matanza de mujeres y niños de la zona.

La llegada de Almagro, enviado por Pizarro, y el arribo de Alvarado obligaron a Benalcázar a retornar a la zona de Cicalpa. Allí se produjo el apresurado acto de fundación de Santiago de Quito, el 15 de agosto de 1534, como un artificio legal, para “alegar primera posición” frente a la presencia de Alvarado, quien cedió a la presión, transfirió toda su expedición a Almagro y recibió a cambio una buena suma de oro.

Almagro se apresuró a legalizar más firmemente la incorporación de los territorios a la empresa de Pizarro. Fundó la villa de San Francisco de Quito el 28 de agosto de 1534 y encargó a Benalcázar la ejecución del acto jurídico, que fue cumplido el 6 de diciembre, cuando los conquistadores ingresaron en Quito por segunda vez. Benalcázar se precipitó obsesivamente a la búsqueda y captura de Rumiñahui.

Además de liquidar la resistencia, buscaba rastros del oro escondido. Un acta del cabildo de Quito (junio de 1535) registró la captura, tortura y ejecución de Rumiñahui y sus seguidores. El silencio sobre el paradero del tesoro fue el último acto del líder de la resistencia quiteña.

(Tomado del libro Nuestra Patria, editado por Grupo El Comercio, la U. Andina Simón Bolívar y la Corp. Editora Nacional.