placeholder
Las Últimas
22 de mayo de 2020 15:32

Valentina Poveda impactó en Alemania

El cuento fue publicado en cinco periódicos.

El cuento fue publicado en cinco periódicos. Foto Cortesía

Redacción Últimas Noticias

La alegría que sienten sus padres es por doble vía. Primero porque de entre 300 cuentos, el de su hija Valentina Poveda (El color de la esperanza) ganó el segundo lugar. Y, además: lo escribió en alemán, idioma que no es de cuna.

Por esa razón, “el mérito es más grande”, dice Francisco, el papá orgulloso de esta joven de 19 años que viajó, hace año y medio, a Alemania a estudiar Filología Germana y romana en la U. de Heidelberg.

Escogió esa carrera porque quiere ser escritora. Lo desea desde siempre. A los 10 años escribió y publicó su primera novela: ‘Soyfiero, tiburón de otro mundo’. Tiene otras cuatro inéditas.

Volviendo al concurso, hace unos meses se lo convocó en Alemania con el fin de dejar un mensaje de esperanza en medio de la pandemia. Valentina participó junto con tres centenares de escritores de lengua alemana (la mayoría pasaba de los 40). Sin miedo, la joven también escribió en idioma teutón, pues lo domina desde hace tiempo.

Esto último porque estudió en el Colegio Alemán de Quito, cuenta su padre. Agrega que Valentina es su segunda hija (la mayor tiene 30 años y es profesora) y obtuvo medalla de oro y estandarte nacional en el Colegio Alemán, alcanzó el premio nacional en Matemáticas…; domina el inglés y actualmente estudia italiano y portugués.

Como es pluma brava, el trabajo de Valentina fue ponderado por el jurado y quedó entre los 12 mejores. Esos trabajos se publicaron en cinco periódicos teutones: Mannheimer Morgen, Bergsträßer Anzeiger, Fränkische Nachrichten, Schwetzinger Zeitung y Weinheimer Nachrichten.

El siguiente paso fue el voto por Internet de los lectores, quienes dieron a Valentina el segundo puesto.

Pero, ¿de qué va el cuento? De una pintora que trata de aprender cuál es el color de la esperanza y cree que es el verde, porque eso dice la gente. Su mentor lo niega y le pide que lo busque.

Ella encuentra un lugar -que bien puede pasar por un barrio pobre de Quito- donde las casas están pintadas con los restos de pintura que las fábricas desechan... La gente que tiene todo no conoce cuál es el color de la esperanza y los pobres que carecen de cosas, pueden sentir la esperanza en sus vidas. Y solo así, la pintora pudo pintar en sus cuadros ese color que salió a buscar.