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12 de junio de 2019 09:28

Un equipo familiar cuida a guaguas prematuros

Karla Grefa abraza piel a piel a una de sus gemelitas. Le atiende Sandra Duque. Foto: Ana Guerrero / ÚN

Karla Grefa abraza piel a piel a una de sus gemelitas. Le atiende Sandra Duque. Foto: Ana Guerrero / ÚN

Ana Guerrero
(I)

Son pequeñitos, delgados, aún frágiles, pero con más fuerza y ganas de luchar que cualquiera. Son los guerreros prematuros del Hospital del IESS Quito Sur (HQSur) y que ahora son parte de ‘Familias en acción’.

La iniciativa permite que una vez que los peques se encuentran estables sus mamis y papis reciban el acolite de familiares.

En un área adecuada se desarrolla el Plan Canguro, un método de atención para que los bebés estén en contacto piel a piel con sus familiares, para favorecer su desarrollo emocional, neurológico y acortar la estancia hospitalaria.

Progenitores y parientes de los guerreros reciben capacitación para saber la forma correcta de alimentarles, cambiarles el pañal, darles masajes de estimulación, reanimación neonatal básica, entre otros temas. El último punto, explica Sandra Duque, coordinadora institucional de Neonatología, les sirve para que una vez que estén en casa, sepan cómo actuar en caso de una emergencia hasta llegar a una casa de salud.

Y así como el amor es grande, los cuidados y la limpieza no se quedan atrás. Cada persona que ingresa debe pasar por un proceso de lavado riguroso de manos, usar ropa adecuada, como gorra y bata. Cuando se trata de visitas, las prendas son desechables. Las mamitas reciben prendas de tela.

En Neonatología a diario hay un ‘mix’ de sentimientos. Hay días alegres en los cuales los chiquitos logran dejar la sala de cuidados intensivos, ganan peso y se marchan a casa. En otras jornadas, en cambio, el esfuerzo y la dedicación del personal de la casa de salud (34) se enfrentan a duras pruebas, como la muerte de un bebé. Estas tristezas y las victorias las sienten desde el personal de seguridad hasta los médicos.

Duque habla, como profesional y como madre, de las batallas que libran los pacientes y trabajadores. Y recuerda que según estadísticas mundiales, el 40% de nacidos son prematuros. En el HQSur, hay un promedio de 100 que nacen cada mes en esa condición. Desde enero del 2018 hasta abril de 2019, el hospital ha recibido a 3 006 niños y niñas en general.

Ellos requieren atención especial, en los niveles intensivo, intermedio y básico. Ya más buenitos, les controlan que tengan un peso promedio. Pueden dejar el hospital con mínimo 1 800 g. Un niño a término tiene entre 2 000 y 2 500.

En el área, con capacidad para entre 18 y 25 pacientes, está Washington, uno de los luchadores, nombrado así en honor a su abuelo. Su mamita, Gardenia Chida, de 30 años, oriunda de Guaranda y maestra de profesión, cuenta los gramos que el pequeño va ganando para poder ir a casa. Ya solo faltan 200.

La mujer, madre de dos niñas más, ha enfrentado la mayor lucha de su vida, como ella mismo describe. Enfrentó una preeclampsia y el parto se adelantó. El niño pasó por una condición de salud delicada y estuvo con ventilación mecánica por mucho tiempo. “Solo le pedía que no me deje. Y se quedó”, cuenta la madre.

El pedido iba acompañado con canciones, él se calmaba y, cuenta Duque, se dejaba realizar los procedimientos.

La madre comparte que las ‘Familias en acción’ no solo se conforman con quienes ayudan dentro del hospital. En su caso, su madre le ayuda a cuidar a sus dos hijas mientras ella, rigurosamente, acude al hospital de 09:00 a 18:00, para ser una mamá ‘cangura’.

Y entre quienes tienen su mano derecha en el hospital está Karla Grefa, de 27 años. A ella la enviaron a Quito desde un hospital de la Amazonía. Sus gemelas se apuraron un “poquito” y nacieron a las 29 semanas. Desde el inicio tuvo un embarazo de riesgo.

La gemela mayor ya está en el área de ‘canguros’, al cuidado de la hermana de la madre, Ruth Grefa. Ella estuvo desde el parto y ahora, sin falta, se aferra a la pequeña de 09:00 a 18:00. Le da de comer a través de una sonda y está pendiente de todo lo que necesita. En la Amazonía, sus tres hijos están al cuidado de la abuelita.

La otra gemelita aún está en cuidados intensivos. Allí Karla Grefa no se desapega de ella y con una sonrisa se aferra a una frase: “está mejorando cada día y yo estoy perdiendo el miedo”. El padre, Fayer Rosales, llega a Quito semanalmente, pues trabaja en Orellana.

Para Gardenia, en cada una de las áreas de Neonatología, se forman vínculos. Las mamás se vuelven amigas e, incluso, familia.