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17 de noviembre de 2020 13:41

Ecuador, por ahora sin cardenal

Raúl Vela recibió la investidura cardenalicia de manos del papa Benedicto XVI. Participó en el último cónclave. Foto: archivo / ÚN

Raúl Vela recibió la investidura cardenalicia de manos del papa Benedicto XVI. Participó en el último cónclave. Foto: archivo / ÚN

Betty Beltrán. (I)

Su corazón le falló. Eran las 21:00 del domingo 15 de noviembre del 2020 cuando el cardenal Raúl Vela Chiriboga, arzobispo emérito de Quito, falleció. Tenía 86 años y estaba delicado de salud.

Desde hace cuatro años, vivía en la casa de retiro en Conocoto (Los Chillos). Allí era confesor y consejero de obispos y sacerdotes. Siempre muy atento y cordial, y como presidente de honor de la Conferencia Episcopal Ecuatoriana (CCE) acudía a todos los encuentros planificados.

De a poco, fue deteriorándose; hace seis meses se fracturó la pierna y no pudo caminar más. Luego vino una demencia senil y su corazón se debilitó al extremo. Hace un mes y medio, cuando acudió a una clínica del norte de la capital, tras unos exámenes le dijeron que ya no podía volver a su casa de retiro.

“Tras una agonía muy corta y una muerte dulce”, según palabras de su sobrina, falleció la noche del domingo, aclara monseñor René Coba, miembro de la CCE y obispo de Ibarra.

Vela Chiriboga fue el quinto religioso ecuatoriano que ostentó ese cargo máximo dentro de la Iglesia Católica y ni eso le subió los humos, fue un cardenal que jamás se creyó más que los demás, sino uno más entre los hermanos, acota monseñor Coba. Muy cercano y “un señor, como buen riobambeño”, como solía decir él. Nació en Riobamba el 1 de enero de 1934.

Hoy, a partir de las 10:00, los obispos del país le rendirán su último adiós en la Catedral Primada de Quito (Centro Histórico de Quito). La celebración eucarística será sencilla, pero con algunos ritos especiales; por ejemplo, al inicio de la misa se colocarán sobre su féretro las insignias episcopales: la mitra, el báculo (signos de su misión) y el evangelio.

Vela Chiriboga recibió la ordenación sacerdotal el 28 de julio de 1957 y el 20 de noviembre de 2010 alcanzó la investidura cardenalicia, en Roma. De allí que, participó en el cónclave que eligió al papa Francisco, con quien le unía una amistad muy cercana. Tanto así que, recuerda Coba, cuando se refería al Papa solía decir: “… bueno, yo hablo con el Jorge Mario…”.

Formó parte de aquel grupo de cinco prelados de la iglesia que fue llamado a esta dignidad especial: Carlos María de la Torre, Pablo Muñoz Vega, Bernardino Echeverría (autor de la letra del himno a Quito), Antonio González Zumárraga, y Raúl Vela Chiriboga. Cierto es que un cardenal tiene la facultad de elegir al Papa, pero es igual que cualquier otro obispo, solo que con una dignidad de responsabilidad más alta. En el orden sacerdotal hay tres grados: diácono, presbítero y obispo.

Un cardenal también tiene una segunda facultad, pues en muchas ocasiones el Papa les concede algunas funciones especiales como su representante para asistir a congresos. Y a otros les llama al Gobierno de la iglesia en Roma para mandatos especiales.

Tras este deceso, el Ecuador se quedó sin su cardenal y tardará un tiempo para tener uno nuevo. Esa elección está en manos del Papa y, en el mejor de los casos, podría ser dentro de un año, aventura a mencionar Coba. De todos modos, pide recordar que no hay una fecha exacta para ese nombramiento, pero en promedio pudiera ser entre uno y dos años.

De los cinco cardenales, tres de ellos (De la Torre, Muñoz Vega y González Zumárraga) fueron arzobispos de Quito y cardenales a la vez (sede cardenalicia), y Echeverría y Vela Chiriboga recibieron el nombramiento luego de terminar con sus servicios de arzobispos.

En sus años de presbítero, Vela fue secretario de monseñor Leonidas Proaño, y desde allí llegó a la CEE como subsecretario, secretario; posteriormente obispo auxiliar de Guayaquil, obispo auxiliar de Azogues; también fue llamado al servicio del obispado castrense, luego arzobispo de Quito y concluyendo ese servicio, el papa BenedictoXVI le nombró cardenal.

Tras la misa de cuerpo presente, Vela Chiriboga sería enterrado -aún no se confirma- en la misma Catedral; es decir, bajo el altar mayor, porque fue Arzobispo de Quito y en esa cripta suele ser inhumación quienes sirvieron a la capital.