Donación para migrantes venezolanos disminuye en Quito
Los ciudadanos venezolanos continúan llegando al campamento instalado frente a la terminal interprovincial de Carcelén, ubicada en el norte de Quito. Un promedio de 50 migrantes de ese país arriba cada día con la finalidad de descansar y continuar con su viaje a localidades de Perú.
Así lo indicó el administrador de ese lugar, Julio Mujica. Aseguró que las donaciones de ropa, comida y medicinas han disminuido en un 80%. “Antes nos facilitaban de pasajes (para viajar a Huaquillas), ahora no. La gente se va por su cuenta a pie. Cuando llega por la noche, yo los acomodo aquí, les doy comida y un colchón”.
La mayoría busca movilizarse al Perú -explicó Mujica- otros optan por regresar a Rumichaca. La realidad cambió hace más de un mes cuando un alto porcentaje de llaneros quería radicarse en Quito con sus familias. La falta de empleo es una de las causas por las que buscan otros horizontes fuera del Ecuador.
Unas 90 personas viven en el campamento del parterre de Carcelén. De ellas, ocho son niños, quienes reciben ayudas humanitarias de quiteños caritativos. Ellos permanecen junto a sus padres y viven en las carpas instaladas allí.
Las lluvias del último fin de semana impresionaron a los venezolanos. El plástico de algunas covachas no resistió y se destruyó por la fuerza del granizo. Se mojaron ropa, cobijas y colchones, pero no hubo afectados de gravedad.
Ayer por la mañana, (17 de septiembre del 2018), los ciudadanos venezolanos reparaban los daños. Ahora dijeron sentirse más preparados para afrontar el invierno capitalino. Niños y adultos jugaron con el granizo que se acumuló en el piso, pues era la primera vez que lo veían. “No sentí frío, nunca antes viví algo así. Salí de mi carpa a jugar sin camisa”, contó Mujica.
