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25 de octubre de 2019 13:14

Las criptas del convento de Santo Domingo lavan su cara

Encontraron que hay nueve nichos disponibles. Foto: Archivo / ÚN

Encontraron que hay nueve nichos disponibles. Foto: Archivo / ÚN

Redacción Últimas Noticias

Un grupo de obreros se emplea a fondo para adecentar una de las tres criptas del convento de Santo Domingo, en la Guayaquil, entre Rocafuerte y Bolívar (Centro de Quito). Esa tarea es total, y se prolongará por 15 días más.

Es que no solo están arreglando paredes y pintando, también se mete mano en todo el tendido eléctrico y el sistema de ventilación, contó fray Gonzalo Suárez, prior del complejo arquitectónico dominicano.

El lugar tiene tres criptas, la más grande está dispuesta en la capilla de Nuestra Señora del Rosario, que fue levantada en el siglo XVIII; la segunda está detrás del oratorio de la Virgen de La Escalera y data del siglo XIX. Y la tercera es el espacio dedicado a los religiosos, el más antiguo porque es del siglo XVII.

Tras el nuevo inventario que se hizo, en estos tres lugares se contabilizaron
1 500 difuntos, pero el 40% de ese total es de tumbas abandonadas y no reciben ni una sola flor.

¿Por qué pasa eso? El fray dice que hoy la memoria de la gente es inmediatista y borra el pasado; el olvido también se facilita, dice, porque se ve a la muerte como sufrimiento y no se quiere recordar esos momentos.

Esa desmemoria no solo pasa en las criptas, agrega el fray, también ocurre en los cementerios públicos.

Hace unos meses, dice, los familiares de los difuntos que están en la cripta mayor de Santo Domingo se acercaron en masa para ponerse al día en sus pagos para el mantenimiento (USD 20 al año). Con ese dinero, que comenzó a cobrarse desde el 2011, se emprendieron las obras.

Y mientras se avanza con los arreglos, por allí y por allá, se descubrieron espacios que están disponibles para nuevos finaditos. Hay 190 nichos para restos de exhumación de otros cementerios o cenizas, y nueve para cuerpos enteros.

A cada tumba le pondrán un nuevo número para que sea más fácil ubicar a quienes descansan bajo el manto de la Virgen del Rosario.