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18 de mayo de 2020 13:02

Comida casera se vende bien en los domicilios

Lorena Jarrín y Eduardo Delaveau (foto) hacen empanadas chilenas; cada día elaboran 50.

Lorena Jarrín y Eduardo Delaveau (foto) hacen empanadas chilenas; cada día elaboran 50. Foto: Cortesía

Andrea Rodríguez (I)

La pandemia obligó a emprender. Las historias que aquí se cuentan tienen algo en común: la mayoría dejó sus labores habituales para preparar diferentes platos o productos alimenticios en sus casas y venderlos a hogares de Quito.

Antes de empezar su negocio, Lorena Jarrín desem­peñaba su profesión de abogada y esperaba la llegada de su novio, el kinesiólogo chileno Eduardo Delaveau, que sigue una maestría en Barcelona.

Juntos empezaron a ofrecer a sus amigos y familiares empanadas chilenas artesanales; al día hacen 50 y las reparten los días en los que el último dígito de la placa de su vehículo lo permitía, además usan un carro prestado con otra placa. La distribución se realiza miércoles y viernes.

Otra emprendedora es Mayra Prado, quien se vio obligada a trabajar desde casa y poner en práctica su habilidad con la cocina esmeraldeña. Para impulsar el negocio se asoció con su amiga Adriana Moncayo.

No viven juntas así que se turnan para usar la cocina de sus respectivos domicilios según la cercanía de los pedidos del día. Ellas reciben en sus casas lo que necesitan para la preparación.

Mayra cuenta que consiguieron un proveedor de mariscos y una persona que les proporciona verduras y plátano verde, imprescindibles porque preparan y entregan cebiches, que siempre van acompañados de chifles y canguil. Con los verdes también elaboran los patacones, que junto al arroz complementan los encocados que cocinan.

La entrega la hacen los lunes sobre todo, para aprovechar el vehículo de Mayra que puede circular ese día porque su placa termina en 1. Afirma que como les va bien están pensando contratar un motorizado para la entrega o hacerlo a través de un delivery para poder llegar a la gente que requiere sus productos.

En cambio, Odara Oleas cuenta que todo lo hace con productos naturales, aplica lo que ha aprendido en la escuela de gastronomía en la que estudia y los pedidos los recibe de sus contactos en Whatsapp. Ella prefiere las entregas a sitios cercanos y ocasionalmente van a retirar los pedidos a su casa.

Odara es especialmente hábil en pastelería, esas son las preparaciones que hace durante el confinamiento obligado: “la gente sigue festejando cosas, siguen celebrando cumpleaños, el encierro no cambia eso, los pasteles son requeridos”. Usa el horno y la refrigeradora de su casa.