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19 de julio de 2019 09:29

Casa nueva y meta en camino

La Fundación Jonathan tiene un nuevo hogar. Pero necesita arreglos. Foto: Ana Guerrero / ÚN

La Fundación Jonathan tiene un nuevo hogar. Pero necesita arreglos. Foto: Ana Guerrero / ÚN

Redacción Últimas Noticias

¡Lo logramos! Este fue el grito a una sola voz en la Fundación Jonathan. El sueño de tener una casa nueva para ampliar los servicios de la organización -que ayuda a alrededor de 500 adultos mayores y pequeños cada día- se cumplió.

Pero con la meta conseguida se presenta un nuevo reto: adecuar la vivienda para poder ocuparla. USD 30 000 es el monto que requieren para colocar pisos, ampliar los espacios, adecuar baños, instalar una cubierta en el patio, entre otras labores.
El trabajo más ambicioso es habilitar un albergue para abuelitas sin hogar.

Catalina Avilés, titular de la Fundación, recapitula el enorme esfuerzo que les tomó comprar la casa. Carreras, coladas y hornados solidarios, vender la única camioneta que tenían para movilizarse y mucho más.

Y aún con todo ese esfuerzo, los USD 125 mil que pedían por la casa del Itchimbía se volvían inalcanzables. Así que se embarcaron en un préstamo hipotecario. La casa está a dos edificaciones del predio donde empezó la organización, hace ya casi 17 años.

Avilés, con planos en mano, tiene claro el uso que le darán a cada espacio. En la casa recién adquirida estarán los adultos mayores. En cambio, en el establecimiento donde actualmente atiende la fundación será destinado para los pequeños y los consultorios que ya atienden.

La Fundación, que nació del secuestro y posterior asesinato del hijo de Avilés, entrega alimentos, ropa, medicinas, pañales, leche de fórmula, terapias médicas, ocupacionales...El apoyo a niños con alguna discapacidad es una de las tareas que desarrollan en lo alto del Itchimbía, y brindan ayuda a cerca de 100 familias migrantes.

Clara Catota y su hijo, quien tiene síndrome de Down, son nuevitos en la fundación. Hace apenas dos semanas se enteraron de la labor de esta. Al llegar se encontraron con buenas noticias: les ayudan con los pañales que necesita el menor y, además, se contagiaron de la alegría de la meta conseguida.

Catota vive en el sector del Mayorista (sur de Quito) y desde ahí llega al Itchimbía. Es una mujer de escasos recursos y, recuerda, en la casa de salud donde atienden al menor le contaron del lugar.

En el establecimiento, que funciona de lunes a viernes, de 08:00 a 17:00, a nadie se le responden con un no. Prueba de ello es Jessica Sánchez, una madre venezolana, quien se dedica al comercio ambulante. Una o dos veces por semana va con sus dos hijos y, además del desayuno y el almuerzo, les ayudan con víveres.

Rosa Villavicencio también es una de las nuevas beneficiarias. A sus 53 años y con una discapacidad visual avanzada, acudió desde Toctiuco. Es vendedora ambulante y su sobrino le compartió la noticia de que existe gente de buen corazón en Quito.

Silvia Cardozo, en cambio, es de las antiguas. Ella vive en la calle y asiste a la fundación desde hace más de 10 años. La mujer sonríe al enterarse que podría tener un hogar, pues está entre las posibles huéspedes de la nueva casa.

Avilés recuerda a la comunidad que toda ayuda sirve, ya sea económica o en material de construcción. O si le sobra ropa en buen estado, alimentos, juguetes, medicinas, etc. Los aportes en platas los puede hacer a través de la cuenta corriente 3267968204, del Banco del Pichincha.