placeholder
Las Últimas
26 de febrero de 2018 08:41

La casa de Moisés sigue en vilo

Las casas de la tres familias permanecen a los pies del derrumbe y entre los trabajos de remoción de rocas en la Alóag. Foto: Patricio Terán / ÚN

Las casas de la tres familias permanecen a los pies del derrumbe y entre los trabajos de remoción de rocas en la Alóag. Foto: Patricio Terán / ÚN

Daniel Romero

La familia de Moisés Toapanta quiere que la reubiquen. Después del deslizamiento en el kilómetro 54 de la vía Alóag-Santo Domingo, la casa en la que vivía es un riesgo después de que la caída de rocas afectó a su estructura.

En la casa de Toapanta convivían 10 personas. Esa familia es una de las tres que residían en el sector conocido como La Esperanza, zona en donde se dio el deslizamiento de cerca de 60 000 metros cúbicos de rocas.

La mañana de ayer 25 de febrero del 2018, el Gobierno de Pichincha, entidad que tiene a cargo 72 de los 100 kilómetros que componen la vía Alóag-Santo Domingo, reabrió la circulación vehicular. En el kilómetro 54 se abrió un paso provisional por donde circularán los vehículos que se dirigen desde la Sierra hacia la Costa del país y viceversa.

Ese tramo de vía aún está cubierto por material rocoso. Fueron rocas de hasta 20 toneladas y de 6 metros de diámetro que, en algunos casos, tuvieron que ser pulverizadas con dinamita para después retirarlas, a unos 100 metros del talud.

En la reapertura de la vía, César Ruiz, director de Vialidad del Gobierno de Pichincha, informó que con el material que se desprendió del talud se rellenó la zona por donde ahora circulan los vehículos. “Estamos analizando si por este paso provisional se construirá el tramo de vía definitivo. El objetivo es alejarse todo lo posible del talud”, dijo.

Esa decisión implicará una opción para la salida de la familia de Toapanta y otras dos más. Esto porque si se decide construir el tramo de vía sobre el paso provisional, el Gobierno de Pichincha deberá expropiar sus casas.

Gustavo Baroja, prefecto de Pichincha, señaló que de ser el caso, se haría una inspección para determinar el valor de las propiedades de esas familia para así dar paso a la expropiación.

Hasta la mañana de ayer, la familia de Toapanta no sabía a ciencia cierta qué pasaría con ellos. “Nosotros queremos que nos trasladen adonde sea”, comentó Moisés Toapanta.

Su preocupación no es para menos. Según los informes del Gobierno de Pichincha, en la parte superior del talud del kilómetro 54 aún hay material que puede desprenderse y ese riego aumenta si continúan las lluvias que, en principio, fueron las que provocaron el deslizamiento.

Actualmente, la pared delantera de la casa de Toapanta, que antes del deslizamiento daba a la carretera, está demolida. En lo que hasta el pasado 18 de febrero era el comedor, hoy hay escombros y una roca en la parte central.

María Ramírez es parte de la familia. Dijo que no tienen adónde ir, por lo que les ha tocado convivir con los trabajos de remoción de escombros que realiza la Prefectura de Pichincha.

“Si nos ayudan con una casita o algún lugar al cual podamos ir, les agradeceremos”, señaló.

El kilómetro 54 es, desde el 18 de febrero, otro de los puntos de riesgo de esa vía. El Gobierno de Pichincha tiene un estudio en el que se determina que, a lo largo de la Alóag-Santo Domingo hay 27 puntos vulnerables a deslizamientos. El punto donde se dio el último derrumbe no había tenido ningún problemas.

María agregó que “en los 18 años que vivo aquí, no se había dado algo así. Teníamos miedo de la crecida del río. Hoy, del talud”.