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19 de diciembre de 2018 09:34

Caretas y mascarones vivitos

En la Casa de la Cultura hay una exposición de caretas y mascarones. Hay diversos ejemplos de esta tradición de la capital ecuatoriana. Foto: Betty Beltrán / ÚN

En la Casa de la Cultura hay una exposición de caretas y mascarones. Hay diversos ejemplos de esta tradición de la capital ecuatoriana. Foto: Betty Beltrán / ÚN

Betty Beltrán
(I)

Son las tradicionales. Aquellas que siempre fueron elaboradas con papel periódico, engrudo y pintura. Una vez que la careta o el mascarón estaban secas, se las decoraba con cuidado para que tengan características de antaño.

Así eran esos artilugios que reinaban en las fiestas de Fin de Año, inclusive de Inocentes. Sus modelos eran diversos: osos, lobos, monstruos, payasos, diablos, brujas, capariches, huacos, entre otros.

Esos, los propios mismo, están en exhibición en el ‘hall’ de la sala Joaquín Pinto de la Casa de la Cultura Ecuatoriana (Seis de Diciembre y Patria). La muestra ‘Caretas y mascarones tradicionales de Quito’, elaborados por Ángel Vaca y su nieto Diego Vaca, estará abierta hasta el domingo 6 de enero del 2019.

El objetivo de la exposición es devolver la alegría al quiteño y regresar al trabajo de estos apreciados objetos. En su origen, eran pocos los artesanos que las confeccionaban; desde los años 40 del siglo pasado, don Ángel y su familia se dedicaban a esta labor que les ocupaba todo el año.

Esa tradición surgió cuando uno de sus hijos estudiaba en la Escuela de Bellas Artes y le mandaron a hacer un molde en yeso para una careta. Entonces, se le prendió el foco y comenzó a fabricar caretas y luego mascarones.

En Quito, primero en la Plaza Arenas y luego en la Plaza Belmonte, se vendían súper, y al poco tiempo al resto de ciudades del país. Don Ángel, cuenta su nieto Diego, popularizó las caretas de los políticos a finales de los años 50 y principios de los 60. En su memoria quedaron las imágenes de Nikita Kruschev, Fidel Castro, José María Velasco Ibarra y los personajes de la Junta Militar del Gobierno.

Era tan conocido su trabajo que hasta los miembros del Cuerpo de Bomberos, el Regimiento Quito de la Policía Nacional y la Empresa Eléctrica le encargaban la confección de caretas de sus autoridades para sus respectivos años viejos.

Con el fallecimiento de don Ángel esa tradición languideció y el oficio, en el caso de la familia Vaca, estuvo a punto de desaparecer. Por eso mismo, el nieto se propuso aprender y rescatar la tradición, y comenzó con la muestra en la CCE.

En la época de su abuelo el taller estuvo ubicado por el sector de La Kennedy, y actualmente por la entrada del barrio La Roldós.

Las caretas se hacen, dice Diego, con la técnica de su abuelito. Son hechas con moldes únicos, nunca se repiten. De payasos hay un montón de modelos; el que más se destaca es el de indio, porque se usa en las fiestas populares y del Pase del Niño.

No puede faltar el lobo quiteño, es típico de las fiestas populares. Le dicen así porque es una representación del lobo del páramo de Pichincha. Se suma el huaco, el negro…

Y ¿cómo se hacen? “Facilito, verá”, dice Diego. La primera capa que se pone es la del papel periódico, luego le echa varias capas de engrudo y más papel...
Unos 15 minutos se demora en hacer la base, en la secada unos dos días.

Después de eso se pule, se abren los ojos y se hacen las facciones. La pintada comienza con una base blanca, luego los rasgos. El costo: USD 5 en adelante.

El mascarón cuesta más, está por los USD 25. La elaboración es igualita a la de la careta, pero en tamaño gigante y puede demorar entre tres y cuatro días. Antes, los mascarones se usaban en los carnavales y fiestas populares: payasos, diablos y niñas, etc.

No conforme con eso, Diego trabaja caretas miniatura. Ahí está la Hermelinda, el diablo, el capariche… son piezas únicas que solo hace la familia Vaca.