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12 de diciembre de 2019 14:06

Carcelén Alto, Ciudad Satélite de Quito

En su parque central, la vecindad de Carcelén Alto posa junta al Grupo Manantial. Todos se sienten orgullosos de su barriada, que nació por los 60. Foto: Julio Estrella / ÚN

En su parque central, la vecindad de Carcelén Alto posa junta al Grupo Manantial. Todos se sienten orgullosos de su barriada, que nació por los 60. Foto: Julio Estrella / ÚN

Betty Beltrán
(I)

Era el barrio más hermoso que hizo el Banco Ecuatoriano de la Vivienda, aseguran los vecinos de Carcelén Alto, en el norte de Quito. Y esa afirmación les hincha de orgullo; tenían de todo, de ahí que le bautizaron con Ciudad Satélite.

Por los años 80, recuerda Rocío Campaña, eran evidente el coliseo, el estadio…, hasta la imitación del churo de La Alameda tenían en uno de sus parques. Hoy está una pileta.

Antes de eso, José Guerra rememora que todo era botadito en medio del bosque de eucaliptos. Según él, las familias Jaramillo y Guerra fueron las primeras en construir sus moradas.

Nely Salazar agrega que, desde el primer día que se pasó a vivir en esa zona, vivió contenta y tranquila. Cuando recién llegó se movilizaba en unas busetas que circulaban por la calle principal, Diego de Vásquez; era bien difícil entrar a la ciudadela.

Martha Lara cuenta que fiesteros son, y su celebración mayor es para su patrona: Virgen Reina del Mundo, por el 15 de agosto. Se queman vacas locas; también hay una procesión en el parque, con prioste y jocha.

Otro pretexto para reunir a la barriada es el juego que se reedita, todos los días, en la cancha de voleibol que estaba en el parque Central y hoy, por el mercado. Ellos organizaban los bailes por las fiestas de Quito. Esas tradiciones nunca murieron, y el Año Viejo era y es cosa seria.

La historia

Lo que hoy es Carcelén Alto fue parte de dos prósperas haciendas: Carcelén y Santo Domingo, cuenta Elena Carrillo. La primera, agrega Rocío Campaña, fue de la familia de la esposa de Antonio José de Sucre; y la segunda, de los jesuitas.

Raquel Muñoz agrega que esas propiedades eran, por excelencia, graneras (arveja, lenteja, fréjol). Con el tiempo, la tierra se dividió en huasipungos; posteriormente, por la década de los 60, el Banco Ecuatoriano de la Vivienda se hizo cargo y comenzó a levantar viviendas de cuatro tipos: la H2 era una casa de dos pisos y terrazas, también estaba la H1, G1 y E2. Todo estaba en supermanzanas y cada una tenía su casa comunal y era superorganizado.

En 1990, vino mucha gente de otros lares y las casas se extendieron al cielo y aparecieron los edificios. Tenían pasajes llenos de flores.

El emprendimiento

La hueca de 33 años que pegó en el norte

Redacción Últimas Noticias (I)

Sergio Almeida es el dueño de una de las huecas más nombradas de Carcelén Alto: Las Empanadas de Carcelén, ubicada cerca del parque central (calles Matilde Hidalgo E141 y Alonso de Jerez).

Su cruzada comenzó en 1986, en la esquina donde funcionaba los Bomberos y el Correo. En ese entonces solo tenía una carretita y un paraguas; hacía empanadas de viento de carne y de queso, y café.

Como los clientes le pedían morocho, se animó a preparar esa bebida, con harta leche. Le fue tan bien que, 33 años después, la hueca es una de las más nombradas.

Sergio Almeida ofrece sus ricas empanadas. Foto: ÚN

Sergio Almeida ofrece sus ricas empanadas. Foto: ÚN

Cuando a don Sergio le preguntan cómo así surgió el emprendimiento, él responde que recién llevaba dos años de casado y dos hijos de un solo parto (gemelos), así que la necesidad fue grande y un día salió a buscar un sitio para poner el negocio.

Lo encontró en una de las paradas del naciente Carcelén Alto; la apuesta era arriesgada, pues la familia vivía en El Camal (sur). Pero no tenía de otra, y lo primero que hizo fue calcular tiempos: a las 14:00 salía del hogar y llegaba a las 15:30 con la mesa y los productos.

En el puesto improvisado se quedaba hasta las 20:00 o 21:00. Y de ahí, regresaba nuevamente a casa. Y así todos los días.

Ese sufrir le valió, pues ahora es un ejemplo para su familia que, todos juntos, pone el hombro para seguir creciendo en el Carcelén Alto que le vio nacer como emprendedor.

El personaje

La dirigencia y el baile, sus pasiones


Redacción Últimas Noticias (I)

Siempre anda con la sonrisa en los labios. Se llama Elena Carrillo y toda la barriada la conoce por ser una de las dirigentes más entusiastas de Las Pirámides, ubicado en el sector de Carcelén Alto. Le encanta involucrarse con la comunidad, incluso con plata y persona.

Hace 18 años llegó a este sector del norte de Quito, y su actual barrio era todo un monte y hasta peligroso. Así que se armó de paciencia y comenzó a buscar, entre los vecinos, la forma de armar una directiva. Lo consiguió y llegaron las obras.

Desde guambra tuvo la costumbre de ayudar y tender puentes entre la gente. Eso de la comunicación le sienta bien, de allí que fue dirigente de la Asociación Interprofesional de Maestros de Belleza y Cosmetología de Pichincha, también estuvo al frente de la Federación de Artesanos.

Elena Carrillo ama el baile y ayudar a los vecinos. Foto: ÚN

Elena Carrillo ama el baile y ayudar a los vecinos. Foto: ÚN

Por dos décadas, laboró en el Seguro Social y cuando llegó a Carcelén Alto ya se había jubilado, pero no se quedó en casa. Así que se abrió su centro de belleza Nefertiti. Es que eso del emprendimiento fue otra de sus fortalezas.

Su tiempo lo divide con otra de sus grandes pasiones: el baile. Hace varios años, es miembro del Grupo Manantial, el cual se fundó en el 2009, que es muy demandado para engalanar las fiestas de los barrios del sector.

A sus 66 años sigue más soñadora que nunca y, como ella mismo afirma, siempre dispuesta a dar una mano a los vecinos.

La hueca

Los típicos para chuparse los dedos


Redacción Últimas Noticias (I)

Las Tripitas del Coliseo es otra hueca ‘pepa’ de Carcelén Alto. El negocio empezó con otro nombre: Los Agachaditos de Carcelén, y fue una idea de la madre de Gladys Quiyupangui.

Era el año de 1987 y la mujer, junto con sus hijos, se trasladaba del norte al sur de Quito para vender los típicos hornados, pero como el camino era larguísimo prefirió montar otro negocio cerca de su hogar, por la parada del coliseo de Carcelén Alto.

Allí empezó con una ollita con papas y tripas. Aquel día le fue rebién y se le acabó al paso, luego comenzó a hacer más y más... Ese éxito le motivó a que trabajara todos los santos días, desde las 15:00 hasta las 21:00.

Gladys Quiyupangui es un lince para el corte. Foto: ÚN

Gladys Quiyupangui es un lince para el corte. Foto: ÚN

Pero sí fue un sufrir porque tenía que cargar, una y otra vez, todos sus implementos: mesa, ollas, brasero y los productos. Así que una vecina, condolida de esa realidad, se ofreció a darle una mano y encargar sus cositas.

En ese transcurrir, comenzó a hacer más platos típicos: fritada con papa con cáscara y morochos. Actualmente tienen una enorme variedad: caldos de 31, de gallina, de pata; hornados; tipas con mote; papas con caucara... El local abre desde las 15:00 hasta las 23:00.

La mamita de doña Gladys sigue al frente del negocio y repartió un día a la semana a cada hijo para que se gane el sustento. Hace un tiempo arrendaron un local para atender a su clientela, aunque los asados los hacen al frente, en tres casetitas.