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10 de enero de 2020 09:48

En la calle  Rocafuerte el tiempo se paró

Luis Castillo lleva 40 años de relojero. Fotos: Ana Guerrero

Luis Castillo lleva 40 años de relojero. Fotos: Ana Guerrero

Ana Guerrero
(I)

Los colores, los aromas y las imágenes dan cuenta de que el tiempo buscó la forma de detenerse, aunque el paso acelerado de los peatones y el transitar de los vehículos se empeñan en mostrar lo contrario. Es la calle Rocafuerte, en el Centro de Quito, la casa de aquellos trabajadores que se aferran a mantener vivos los oficios tradicionales.

La confección de trajes para imágenes religiosas, la reparación de las tallas, la habilidad para poner en marcha un reloj, la guapeada al estilo clásico y la destreza para moler granos. Estas son algunas de las labores que aún se practican en lo que antes era el límite sur de la capital.

Cada oficio tiene su representante en la Rocafuerte. Enma María Rea tiene 94 años y exclama que “cuando tenía ojos” elaboraba diversas prendas para el Niño Jesús. Ahora se le complica por la escasa visión que tiene, pero mantiene abierto el local con la numeración Oe 5-70, donde también vive.

Enma María Rea vende ajuares de Niñitos.

Enma María Rea vende ajuares de Niñitos.

La mujer, cuyo padre elaboraba sombreros, conserva una máquina negra que ha sido su compañera por más de 70 años. Pero, con tristeza, comenta que la clientela cada vez es menor.

La nostalgia también invade a Francisco Calvopiña, de 65 años. Él sigue el legado de sus padres, Rafael y Blanca, en el Molino San Martín. Con pesar, da la noticia: él y su hermano Efraín contemplan que en pocos meses, el establecimiento que ha funcionado en la Rocafuerte por 55 años (antes en el sector de la 24 de Mayo) cerrará.

Los hermanos se han mantenido firmes para no dejar morir la tradición. Con decirle que los precursores se conocieron en un molino. Además, sus abuelos maternos, cuenta Francisco, antaño llevaban en mula los granos desde Tumbaco hasta el Centro quiteño para molerlos y comercializarlos.

Sin embargo, la disminución de la clientela ha vuelto difícil no pensar en cerrar. Efraín atribuye ese descenso de clientes a la publicidad negativa sobre el consumo de harinas.

Francisco Calvopiña dice que cerrarán el molino.

Francisco Calvopiña dice que cerrarán el molino.

Ambos recuerdan que antes los guaguas se criaban con máchica y en los hogares no faltaba una coladita, y crecían sanos.

En el local, a unos metros de la calle Imbabura, el trabajo está resguardado por el patrono. Se ubica a unos metros del ingreso al cuarto donde está el molino, con piedras traídas de Dinamarca y motor alemán.

Pese a la baja de clientes, lo que no falta son los turistas. La historia y tradición del San Martín, lo volvió un atractivo. Y llegan grupos de viajeros desde varias partes del mundo.

Vicente Paccha, de 67 años, en cambio, es un peluquero que no decae en el oficio, pese a la gran competencia de barberías atendidas por extranjeros.

Vicente Paccha no deja su labor de peluquero.

Vicente Paccha no deja su labor de peluquero.

Es lojano. Su hermano le enseñó las bases de la carrera, pero él se perfeccionó durante la conscripción, guapeando a los otros reclutas. Claro que luego sacó el título respectivo.

A Quito llegó en el 90, y desde entonces atiende en su local Alma Lojana, donde conserva una máquina manual con un recorrido de 40 años. Abre todos los días, sin falta.

En la Rocafuerte, el más pendiente del paso del tiempo es el relojero Luis Castillo, oriundo de Riobamba. Tiene 77 años y 40 los ha dedicado a este oficio. Aprendió de un maestro que tenía el taller en la Venezuela y Morales. Aunque el tiempo ahora corre más lento, por la disminución de clientes, no decae y es constante.

Rodeado de relojes de distintos tamaños, el hombre cuenta que periódicamente se actualiza en sus conocimientos para estar pilas con las nuevas tecnologías. Se mantiene con los clientes fijos, que llegan hasta desde El Quinche. Al igual que el resto de trabajadores, abre sin falta. Y aún así sale con las justas y se empeña por “sobrevivir”, pese a que son nuevos tiempos.