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24 de octubre de 2019 15:05

1 000 árboles para el nuevo bosque de arupos

Imagen digital. Así se espera que quede el bosque de los arupos en El Trébol, punto de conexión entre la autopista Rumiñahui y la Velasco Ibarra. Foto: cortesía Rafael Lugo

Imagen digital. Así se espera que quede el bosque de los arupos en El Trébol, punto de conexión entre la autopista Rumiñahui y la Velasco Ibarra. Foto: cortesía Rafael Lugo

Betty Beltrán
(I)

Cuando se atraviesa por El Trébol y se mira al costado norte de este intercambiador de tráfico, viniendo de Los Chillos a Quito, lo que se observa son montículos de tierra apilados. Justo allí se espera hacer un bosque de arupos.

Aquella idea ya cobra forma y se cumple con el cronograma de ejecución, afirma su mentalizador Rafael Lugo. Por eso, en las 2,1 hectáreas de terreno ya se rellena con una capa de 30 cm de tierra (4 500 m³), y se mezcla compost y gallinaza para mejorar el suelo.

Lugo propuso esa idea a través de un tuit, y tuvo el apoyo del alcalde Jorge Yunda. Y qué mejor hacer eso, pues el espacio público ha permanecido vacío desde hace más de una década.

De allí que los vecinos y comerciantes de la zona están entusiasmadísimos con ese proyecto. Alberto Túquerrez, morador del barrio Orquídeas, apunta que el intercambiador de El Trébol es bien bonito, pero “aquel espacio que en un futuro será el parque le hace quedar mal. Nunca sirvió para nada…”.

Por años, puntualiza Túquerrez, ese lugar estuvo abandonado y la gente de los barrios de Monjas (Alto y Bajo) lo usaba para cortar camino. También fue guarida de “los asaltantes que rodean El Trébol”.

La concreción del proyecto no fue a la sordina. Antes de dar ese paso se analizó si en el lugar era posible sembrar y los resultados dieron el ‘OK’. Posteriormente, vinieron los convenios con las obligaciones y los derechos para intervenir un espacio público como ese.

También se unieron las empresas Oriente Seguros, United Airlines, Children International, OLX, Uribe y Schwarzkopf y la Cámara de la Pequeña Industria para aportar con recursos, menciona Lugo.

No ve que los árboles que se plantarán no serán guagüitos, sino bien grandes, que hayan florecido al menos una vez. O sea, los más pequeños de un metro y medio y los más grandes, de dos y medio. En promedio, cada uno costará USD 60, apunta Lugo.

En total serán 500 arupos blancos y rosados, más otros 500 de otras 20 especies (pumamaquis, palmas de cera, robles andinos, arrayanes, romerillos, brugmansias, abutilones y sigses, etc).

La cuna de esos árboles está en Nayón y Los Chillos, entre otras localidades del Distrito. Se prevé que en la siembra intervengan 400 voluntarios y demoren dos fines de semana, justo cuando la lluvia esté en su apogeo, porque como el sitio no tiene el líquido se aprovechará al máximo del invierno.

Cuando llegue el verano, el sistema para dar agua al bosque será otro cantar. En esa temporada se usarán tanqueros para regar el líquido en los arupos y compañía.

Una vez lista la siembra, en el sitio se instalarán cámaras de videovigilancia por si las moscas.

El cuidado del espacio será, durante dos años, responsabilidad de Lugo, pues ese fue el tiempo establecido en el convenio que suscribió con el Municipio. Aquello le entusiasma, pues como él mismo dice: “La responsabilidad del comedido es enorme”.

Pero está convencido que saldrá adelante, porque la idea madre es embellecer el sector por donde pasan a diario unos 40 mil conductores, más los transeúntes de los barrios que rodean al intercambiador. Ellos serán los afortunados de despertarse con el trinar de los pájaros que, con toda seguridad, harán su hogar entre los arupos.