El antiguo Registro Civil está abandonado
Vecinos, me perdí unas semanitas porque me merecía unas vacaciones. Me he guapeado un poco con un buen corte de cabello para seguir visitando los barrios.
Regresé para contarles que el fin de semana pasé por el antiguo Registro Civil en Turubamba, en el sur de Quito.
Me acuerdo cómo era cuando funcionaba, un montón de gente sacando su cédula, haciendo trámites. Las vecinas y vecinos con sus negocios de copias, comida ahí en la plaza de la esquina de la calle Cusubamba y Teniente Ortiz.
Era bastante movido. Pero, desde noviembre del 2013 el edificio quedó en el abandono porque las oficinas se trasladaron al Quicentro Sur. Esto porque se empezó a hundir la tierra y había peligro de que el edificio colapsara.
Mis vecinos me cuentan que ahora es de llorar. Mucha inseguridad, ratones y ‘dueños’ de lo ajeno. Mientras caminaba, me encontré con botellas rotas en el piso, gran cantidad de basura y malos olores. Las paredes están con graffitis y todo luce sucio y descuidado. La maleza creció en todas partes.
Los locales que funcionaban como negocios de copias o tiendas, ahora se han convertido en el sitio de alojamiento de malandrines o perros callejeros.
Doña Rosita Túquerez, que vive hace 20 años por el sector, me cuenta que antes era un ciénega y hace mucho tiempo atrás, sabían lavar la ropa en ese lugar porque era campo.
Le da pena ver cómo ahora es un foco de delincuencia. Dice que desde las 19:00 es peligroso pasar por ahí porque les pueden robar a los transeúntes.
Washington Viteri, presidente del Comité Promejoras de la Supermanzana D de Turubamba Bajo, justo atrás del edificio, dice que se han organizado entre los moradores para presentar una propuesta para rehabilitar el sitio que ahora está en manos del Servicio de Gestión Inmobiliaria del Sector Público (Inmobiliar). Harán encuestas y presentarán un anteproyecto con el apoyo de la Facultad de
Arquitectura de la Universidad Central.
Esperemos que al fin ese lugar tenga un buen futuro. Todo depende de la gestión de las autoridades.
La vecina Carmen Cusanga tiene una peluquería justo frente a la edificación. Comenta que han esperado que se tomen acciones, pero poco se les ha escuchado.
Un parque sería una opción, dice, porque los guaguas tendrían donde jugar y los transeúntes ya no verán tan fea imagen.
