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14 de marzo de 2018 15:37

Ana Julia sentía celos del hijastro al que mató

Ana Julia Quezada participó en las labores de búsqueda de Gabriel junto al padre del niño. Foto: EFE

Ana Julia Quezada participó en las labores de búsqueda de Gabriel junto al padre del niño. Foto: EFE

Redacción Ultimasnoticias.ec

La prensa española ha revelado más detalles sobre la relación que tenía Ana Julia Quezada con Gabriel Cruz, el hijo de ocho años de su pareja, al que confesó haber asesinado.

De acuerdo con el medio El Mundo, Quezada experimentaba un cuadro de celos psicopáticos por la relación del niño con su padre y pareja, Ángel David Cruz. Éstos desembocaban en la mala relación que la mujer tenía con el menor, cuyo último rastro se perdió el pasado 27 de febrero del 2018, antes de ser encontrado muerto en el maletero del auto de ella, el domingo 11 de marzo.

Según la información, los celos fueron uno de los móviles, junto al económico con el que trabajaban los investigadores. Después de barajar la posibilidad de que la mujer, de origen dominicano, quisiera en realidad cobrar un rescate a cambio del niño, los primeros interrogatorios han llevado a los investigadores a centrarse en la primera hipótesis.

El medio español señala que Ana Julia sentía unos celos enfermizos hacia Gabriel lo que generaba una mala relación que era conocida desde hace meses por todo su entorno, y cuya existencia mantenía en cierta forma unidos a los padres del pequeño, situación que ella toleraría con dificultad.

La extrema frialdad de la mujer en los interrogatorios y los antecedentes que empiezan a aflorar sobre su pasado, sobre todo la muerte de su propia hija de cuatro años en 1996, han situado a los agentes de la Guardia Civil, según las fuentes consultadas por El Mundo, frente a lo que creen no muy alejado de una personalidad psicopática, con los ingredientes habituales de falta de empatía, egoísmo extremo e insensibilidad ante el dolor ajeno.

En la declaración de la mujer de 44 años, aseguró que mató al menor después de que él la agrediera durante una discusión por un hacha el mismo día de la desaparición, en el pueblo Las Hortichuelas de Níjar, en el sur de España.

Según su versión, ella golpeó al niño con la parte roma del hacha -encontrada por las fuerzas de seguridad- y luego lo asfixió. Posteriormente escondió el cadáver del menor en un pozo de una finca del padre del niño, hasta que ella lo sacó y lo trasladó a Vícar.