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31 de agosto de 2020 14:55

Agave, en Camino de Los Andes

Hay un contacto directo con la especie. Fotos: cortesía Quito Turismo

Los turistas pueden disfrutar de un contacto directo con la especie. Foto: cortesía Quito Turismo

Ana Guerrero. (I)

El agave es parte del paisaje y la tradición en el centro del mundo. De esta especie se elaboran dulces, bebidas y otros productos. Quito cuenta con un museo dedicado a esta, su historia y sus bondades. Y es parte del Camino de los Andes, una propuesta que junta a varias ciudades para reactivar el turismo.

La especie tiene mucho significado dentro de las comunidades andinas. Así lo detalla el historiador Patricio Guerra. De esta variedad sacan muchos productos que les sirven en su cotidianidad: bolsos, cuerdas, sin olvidar el chaguarmishqui. Este último se consume hasta la actualidad para alimentar a los bebés. Una vez fermentado, ese líquido es usado en las fiestas tradicionales.

La cultura en torno a la especie endémica de América surgió a partir de que los agaves y pencos salvaron la vida de hombres y animales en los desiertos de México y en las montañas áridas de la Mitad del Mundo.

Por toda esa riqueza histórica, Quito Turismo detalla que una de las nuevas experiencias que ofrece la capital realza la importancia del agave y lleva hasta el museo dedicado a esta variedad. Los visitantes podrán disfrutar un ritual de siembra y conservación. En la propuesta se incluyen otros atractivos, como Yunguilla miradores y barrios, el Centro, etc.

De paso, es un homenaje a Los Misqueros, quienes trabajan con el chaguarmishqui para conservar esta planta y fabricar productos con valor agregado.

Personeros del Municipio de Quito, a través de Quito Turismo, el pasado 21 de agosto realizaron una visita de inspección para verificar el cumplimiento de protocolos en el Agave Spirit Center.

Como detalla Diego Mora, representante de ese espacio donde se escarba la identidad ecuatoriana alrededor del agave, cada planta es capaz de proveer entre cuatro y siete litros de líquido dulce al día y por cuatro meses.

Su sábila es el mejor probiótico y su dulce fue el único que conocieron las civilizaciones americanas antes de que llegara la caña de azúcar, en el siglo XVI.
La experiencia al visitar el museo no queda ahí, pues se entera de detalles como que la planta es productora de fibra. Cuando le sacan la sabia la especie muere y sus hojas, que incluso llegan a medir dos metros de alto, pueden ser procesadas en alfombras, envases, costales, shigras, etc.

Un tercer uso del agave: sirve de forrajes para los animales, sobre todo, los brotes tiernos.

Y poblar al Casitagua con agaves es una de las mejores alternativas para la zona, asegura Carlos Nieto Cabrera, ingeniero agrónomo de la Facultad de Ciencias Agrícolas de la Universidad Central del Ecuador (UCE). Como es una zona seca, muy pocas especies se adaptan allí. Para él, la idea debe ser apoyada, solo sugiere que no se haga una plantada exclusivamente con agaves, sino tunas, espinos, yuca o pie de elefante.

El agave es perenne, pues una vez plantado y prendido a la tierra se reproduce rápidamente, en los alrededores pueden nacer entre tres o cinco hijuelos.
Conocer esas maravillas es parte de la propuesta de turismo, que incluye una ruta entre Quito y Cuenca y viceversa, con paradas en ciudades como Ambato y Riobamba. En el caso de la capital, la meta es promocionar el patrimonio histórico y natural.