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Intercultural
15 de diciembre de 2017 08:26

Saraguros alistan la Navidad

En las comunidades del sur del país se preparan para la navidad con varios rituales y otros actos. Foto: Lineida Castillo / ÚN

En las comunidades del sur del país se preparan para la navidad con varios rituales y otros actos. Foto: Lineida Castillo / ÚN

Lineida Castillo

Los Saraguros ya preparan sus fiestas navideñas. Como parte de estas fechas, la cera labrana es el ritual de elaboración de las velas para Navidad en el pueblo indígena de Saraguro. Es una tarea exclusiva de los guiadores, quienes mantienen esta tradición desde hace más de 50 años.

En Saraguro, como también ocurre en otras comunidades, la Navidad representa el sincretismo entre el nacimiento de Jesús y la germinación de las semillas, el 21 de diciembre.

La fiesta, que se extiende hasta el 6 de enero, busca la solidaridad y reciprocidad. La elaboración de las 72 velas se realizó el pasado 18 de noviembre, en la casa de Jorge Quishpe, en la comunidad de Ilincho.

Estas se usarán para adornar la iglesia de Saraguro y el altar de la casa del marcataita y marcamama (priostes). En esta vivienda será venerada la imagen del Niño Jesús y habrá procesiones con los denominados juguetes de la Navidad, que son los sarawis, wikis, osos, paileros, músicos, leones, entre otros personajes. Los seis guiadores de este año recibieron dos quintales de residuos de cera obtenidos en las iglesias.

Además, un rollo de piola, medio quintal de limones y una funda de detergente. También, 5 litros de chicha de jora para que compartan mientras trabajan en minga y en gratitud al trabajo. Fueron entregados por el marcataita Salvador Quishpe. En la víspera, los guiadores Manuel Japón, Miguel Puchaicela y Manuel Cartuche elaboraron el tactec, que es una herramienta de madera similar a un telar, que sirve para entrelazar la piola.

En cambio, los otros guiadores: Francisco Macas, Celestino Quishpe y Manuel Lozano prepararon la cera. En una tulpa (fogón) con parrilla y leña colocaron dos grandes pailas donde iban derritiendo la cera. Cuando estuvo líquida, agregaron el jugo de limón y el detergente.

La intención fue limpiar las impurezas y blanquearla. Cuando la cera estuvo lista, los guiadores sostuvieron la piola de 90 cm de largo e hicieron caer la cera líquida. De esta manera formaron la vela. “No fue un trabajo sencillo, porque demanda precisión”, dijeron los indígenas.

“Los guiadores heredamos la técnica por la sabiduría de nuestros mayores”, apuntó Asunción Japón, de 60 años, quien desde hace una década participa en esta tradición.