En Quito le hacen a los patines
Era un martes, a las 21:00. Por la av. De la Prensa pasaba un grupo de jóvenes en patines que llamaba la atención por su agilidad, luces y risas. Eran los chicos del colectivo Quito Patina.
Los guambras iban en el carril exclusivo para este medio de transporte. Y demostraron ser buenos ciclistas al frenar a tiempo ante el semáforo en rojo. Frente a ellos iba como líder una chica con un chaleco amarillo, el distintivo para identificar a los 'stoppers' o guías de la caravana. Porque hubo más de uno. Ellos se encargaban de dar todas las indicaciones.
¿Los qué? Los 'stoppers' se encargan de la seguridad, de cerrar las calles, ayudar a los nuevos y están pendientes que todos estén bien. Michelle Martínez es una de ellas. Con toda seguridad les advierte a todos ante el “semáforo en rojo, alto un momento”.
Sudada, porque patinar es un ejercicio cardiovascular completo, no deja de estar feliz al compartir con este grupo que se ha convertido en su segunda familia. “Amo patinar, todos lo pueden hacer, porque antes de salir a las rutas les brindamos clases”, detalla con alegría contagiante. Las clases son los sábados y lunes.
¿Cómo hago para ir a las clases? Hay chance para que vayan los guaguas desde los 4 años de edad en adelante. El valor por clase es de USD 2,00. Los sábados, las citas son de 10:00 a 12:00 en el parque La Carolina.
Ellos recorren Quito los martes y jueves por la noche. Pero ¡pilas!, no todas las rutas son para los aficionados. Por ejemplo, los días martes son rutas ‘chill’ como dice Martínez, ahí sí pueden ir a gozar. Pero los jueves ya salen a rutas más avanzadas para equipos más profesionales. Pero calma, que si le mete ñeque y práctica, constancia y disciplina lo puede lograr.
Su historia
Quito Patina empezó hace nueve años con Estefanía Arciniegas. Ella vivió por algunos años en Europa y ya practicaba este deporte.
En España, donde estaba radicada, salía a rutas organizadas donde iban cerca de 300 personas. “Allá la cosa ya está más avanzada, formé parte de Barcelona Patina”, dice con picardía.
Al regresar a Quito, su anhelo de seguir patinando era latente. Pero, observaba que quienes lo hacían se limitaban a los parques, canchas y aún no había nada organizado como tal. Allí surge su idea de la primera convocatoria y el sueño no se ha detenido. “Cada vez se iban sumando más y más hasta como nos ven ahora”.
En el grupo todo es risas y apoyo. Obvio, cada uno tiene sus rodilleras, coderas, casco y algunos hasta guantes. “Sin protección no salimos”, dice Elizabeth Pila. Ella llegó por invitación de una amiga. Nunca había patinado y ahora es toda una experta. “Esto es lindo, nos divertimos, hacemos amigos y ahora los patines hasta son mi medio de transporte”, añade emocionada.
Las rutas de las noches les tomas cerca de dos horas y media. Pero nunca son los mismos recorridos, así hasta conocen y disfrutan más de la ciudad.
En las bajadas de las cuestas están pilas porque se toma más velocidad y hay que conocer la técnica para ir frenando. “Pero si te caes te levantas y sigues practicando, si pasa algo más estamos preparados para ayudar y los servicios de emergencia siempre no ayudan”, dice Damián Casas.
Él patina desde que era un niño y formar parte de este colectivo es como su sueño hecho realidad porque va aprendiendo más áreas de este deporte que no conocía, como el hockey por ejemplo.
Si quiere formar parte de esta comunidad ‘roller’ o requiere más información, los encuentra en Facebook como Quito Patina y en Instagram como @quitopatina.
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